La vida secreta de Celia, la mujer de Arriola

Yo no entiendo bien por qué algunos tienen tanta manía a la traviesa exministra y actual vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos. Sobre todo en la derecha dura. Celia siempre ha sido una rompedora y, como todo el mundo sabe, fue militante en el Partido Comunista de España en los difíciles años de la Dictadura.

Y no me extraña que le saquen de quicio algunos “pijoprogres” cuando reivindican su lucha contra Franco. Me he divertido mucho con sus confesiones en el libro Malagueños para la historia, en el que la gran e incontenible Villalobos –ésta hace caso omiso a su marido, el superexperto (que lo es) Pedro Arriola, que ha conseguido situar a sus dos “clientes” en el palacio de la Moncloa- recuerda su niñez y adolescencia por las bellas y ardientes tierras de Málaga.

“Yo tuve una infancia idílica, subraya, robaba melones y sandías por aquellos campos y de vez en cuando nos divertía tirar piedras a los coches que pasaban por el camino de Antequera…”. También tiene su aquel político. Por ejemplo, cuando era ya eurodiputada por el Partido Popular y Felipe González mandaba en España (14 años).

-Yo defendía a Felipe con toda mi alma en Bruselas…! Lo defendía como una leona… Ahora, cuando llegaba a España, lo ponía a parir…

Unos años después, su esposo (que lo adora) escribía para José Maria Aznar:

-¡Váyase, señor González!

Los que crean que por dormir juntos hay que mirar en una misma dirección política se equivocan. Celia siempre ha tenido y tiene mucha personalidad.