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El periodista del que se fía Rajoy
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Graciano Palomo

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El periodista del que se fía Rajoy

Desde la muerte del general Franco (¡que yo recuerde!) siempre ha habido entre los llamado opinion makers una pugna, a veces soterrada, en ocasiones abierta, por

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El periodista del que se fía Rajoy
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Desde la muerte del general Franco (¡que yo recuerde!) siempre ha habido entre los llamado opinion makers una pugna, a veces soterrada, en ocasiones abierta, por ver quién visitaba más asiduamente el antiguo pabellón de la marquesa de Cifuentes. Especialmente desde que Adolfo Suárez (1977) fue convencido por su jefe de seguridad para que trasladara la sede de la Presidencia desde Castellana 3 a la Ciudad Universitaria.

Ahora, con Mariano Rajoy habitando ese recinto del síndrome por antonomasia, no iba a ser excepción, aunque en términos generales el gallego no es precisamente el de  Cebreros (Avila), ni el de Dos Hermanas (Sevilla), concitando pasiones entre los escribidores, quienes raramente se enteran de algo. Ahora bien, si habla Pedro Arriola (por una vez), ellos saben por qué y bajo qué presupuestos… aunque no le hayan visto ni en fotos.

Hace unos días, durante un almuerzo elegante a la par que sencillo con Pedro Pérez (FAPAE), alguien preguntó: ¿Quién es el periodista al que el presidente escucha con atención o, al menos, escucha? Interesante cuestión en estos tiempos aciagos, sobre todo, conociendo la enrevesada psique del primer ministro. ¿Pedro J. Ramírez? ¿Cebrián? ¿Paco Marhuenda?

-No seas antiguo, Graciano, que aquí ha corrido mucha agua bajos los puentes…, me advierte un pajarito que anida en la Moncloa.

De modo y manera que tengo para mí que no van los tiros por esos cotos. Rajoy no es Aznar, ni mucho menos Zapatero. Es Mariano. Resumiendo: que al que escucha, y escucha atentamente, se llama Bieito y se apellida Rubido. Es un paisano de Cedeira (A Coruña), que con sólo mojarse el dedo sabe de qué lado sopla el viento. De Pontevedra a Coruña sólo hay 133,3 kilómetros. ¡Ah! Se me olvidaba, es el director de ABC, uno de los pocos asideros que aún le quedan al presidente del Gobierno.

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Desde la muerte del general Franco (¡que yo recuerde!) siempre ha habido entre los llamado opinion makers una pugna, a veces soterrada, en ocasiones abierta, por ver quién visitaba más asiduamente el antiguo pabellón de la marquesa de Cifuentes. Especialmente desde que Adolfo Suárez (1977) fue convencido por su jefe de seguridad para que trasladara la sede de la Presidencia desde Castellana 3 a la Ciudad Universitaria.