¿Por qué en el CGPJ manda la socialista Margarita Robles?

A mí me ha parecido bien que Carlos Dívar se haya tenido que ir a su casa con el rabo entre las piernas, pero me parece mal que otros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que han hecho con el dinero público algo parecido, se hayan quedado embozados tras el escándalo mayúsculo promovido por el íntimo amigo de Baltasar Garzón (al parecer sumamente encabronado con Dívar, al que acusa de dejarle a los pies del Supremo) y consejero socialista José Manuel Gómez Benítez.

Porque este avispado ciudadano, que viaja en coche oficial y goza de todas las mamandurrias inherentes a su cargo oficial en el CGPJ, dice que a él no le tienen por qué investigar sus gastos y que no está dispuesto a someterse a “una especie de Gran Hermano…”.  Los que sufren el leviatán no son los señores miembros del Consejo, que disfrutan de potestas por doquier, no. Son los paganos ciudadanos que se retratan ante la Agencia Tributaria y cada vez con más asiduidad y mayor prestancia. Pagan la gasolina de sus coches oficiales, sus vehículos y sus chóferes… ¡Curioso cuaderno de bitácora en un jurista!

El espectáculo ofrecido una vez más por el gobierno de los jueces y fiscales merecería una película tipo ‘escopeta nacional’ o alguna pieza en forma de esperpento del gran don Ramón, el gallego y manco.

La cuestión que se plantea es por qué casi siempre se sale con la suya en la cooptación de jueces la antigua Secretaria de Estado en el gobierno de Felipe González, Margarita Robles, que conforma la minoría progresista. Recordar, cinco votos contra ocho.

¿Qué suerte de información fáctica atesora la dama en cuestión? Lleva ya la pila de años en el despacho cerca de Riofrío, así que debe conocer a sus conmilitones con nombre de pila y ancestros varios. Resulta también que “la marga” –como se la conoce por esos exclusivos salones- manejaba a don Dívar y parece que el nuevo no es tan bizcochable. Algo debe de haber porque la antigua subordinada de Belloch denuncia una conspiración leninista para “desacreditarme”.

¡A ver si el nuevo Moliner me explica el secreto de doña Margarita un día de éstos…!