Los turrones de Rajoy

No hay chiringuito que se precie en las bellas y maltratadas playas españolas –con especial referencia a las de Mallorca y Marbella- donde los ejecutivos y gente “in” no saquen a relucir la serpiente del verano. “Oye, ¿tú que sabes de Rajoy? ¿Se comerá los turrones en el palacio de la Moncloa?”.

Y es que la verdad sólo la dicen los niños, los borrachos o los locos. Salvador Sostres, el más curioso compañero que jamás he tenido en tertulia radiofónica o televisiva, no es un niño, tampoco está borracho (aunque en ocasiones lo parece) y está un mucho ‘tronao’ pero eso es necesario para deambular por estos tiempos, y, además, le hace gracia a Pedro J.

Pues héte aquí que el catalán ha escrito cosas terribles de Mariano en uno de los periódicos de referencia del centroderecha: por ejemplo, que el presidente no se comerá los turrones… Este clamor de adiós, Rajoy, adiós, se observa y se escucha en reuniones y conversaciones de políticos y economistas…

“Situación límite; insostenible”, son las dos palabrejas del momento.

Tengo para mí que se equivocan. Habrá un nuevo rescate del Reino, suave, en ello se trabaja ‘magnis itineribus’, pero el gallego salvará el pellejo. Si algo tiene acreditado el jefe del Gobierno es un incomparable sentido de la supervivencia y con el poder en la mano (remember 2008) no hay Dios que se atreva a moverle la silla… Salvo cataclismo total, of course. Las ambiciones (contenidas) que las hay en el espectro del PP deben esperar el cuanto peor, mejor.

Una avutarda galaica me susurra que además de la extrema delgadez que le alumbra (¡te compro la dieta, presidente!) lo que más alucina en Mariano en vacaciones es su serenidad y su capacidad de silencio.

¡Lo que le deben estar sonando los oídos!