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Ministros abrasados… Por los resultados y las palabras
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Graciano Palomo

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Ministros abrasados… Por los resultados y las palabras

El presidente Rajoy es persona que se suele fijar más en los hechos que en las palabras. Sólo por eso está donde está y otros, quizá

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El presidente Rajoy es persona que se suele fijar más en los hechos que en las palabras. Sólo por eso está donde está y otros, quizá con más talento, están regando el surco. Pero los hechos hablan por si solos.

Nunca el Partido Popular desde que naciera de las entrañas de Manuel Fraga tuvo menos intención directa de voto y ello antes de que el presidente anunciara los grandes recortes últimos.

Es ‘voxpopuli’ que don Mariano tendría que ser expeditivo, por una vez, y abrir su cartera para firmar unos cuantos ceses. Por ejemplo, del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, que juega al tenis en Marbella. Básicamente, por su pésima y desastrosa gestión de Bankia –la madre de todas las maldiciones-. Este chico alopécico no da más de sí. Se lo compró como si fuera un caballo cuatralbo y ha resultado ser un burro ciego. ¡Se acabó! Credibilidad.

Por ejemplo, Cristóbal Montoro, que pese a ser amigo personal, no tengo más remedio que escribir y escribo (con pesar) que ha fracasado estrepitosamente en dos asuntos importantes: IRPF y Presupuestos.

Fátima Bäñez podría recuperarse de sus heridas en otras madrigueras; lo mismo que Ana Mato, voluntariosa pero escasa.

Y qué decir del ministro de Exteriores, el variopinto García Margallo, que ocupa Santa Cruz por ser amigo personal del jefe del Ejecutivo. Pero las amistades en política duran menos que un pirulí a la puerta de un gimnasio.

La insoportable canícula estival y agosteña me lleva a ser caritativo.

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El presidente Rajoy es persona que se suele fijar más en los hechos que en las palabras. Sólo por eso está donde está y otros, quizá con más talento, están regando el surco. Pero los hechos hablan por si solos.