¿Cinco mansiones de recreo para los presidentes de Gobierno?

Oí una vez en mis años mozos en la muy afamada Universidad de Columbia a un reputado politólogo/economista que sostenía que para conocer un país era necesario saber cómo viven sus principales dirigentes, esto es, el oropel del que se rodean y el gasto que acarrean. Si se observa con atención las sociedades más prósperas en donde la riqueza está repartida y los derechos de todo tipo garantizados (Suecia, Alemania, Dinamarca, etc…) sus primeros ministros o jefes de Estado viven como si fueran ciudadanos normales que dan cuenta hasta del último céntimo del contribuyente.

En cambio, vaya usted al Tercer Mundo y eche un vistazo a sus mandatarios. Que yo sepa, el presidente de los Estados Unidos tiene una residencia oficial de descanso en Camp David y el jefe del Gobierno británico otra en Chequers. Punto. Cualquier salida extra se paga de sus bolsillos. Y no hablo del libro de estilo establecido en sus países entre los primeros ministros de Suecia, Finlandia, Dinamarca…

He leído que el presidente del Gobierno Rajoy, tras pasar por su austero apartamento de San Xenxo (que le compró su padre para que preparara oposiciones), se ha encaramado también al denostado Palacio de Doñana al socaire del mal tiempo en Galicia. ¿En qué quedamos, presidente?

Y mi memoria, siempre tan subversiva, me ha recordado a bote pronto, porque hay otros muchos más lugares públicos de esparcimiento, que el Estado tiene otros muchos lugares de recreo para los que mandan.

A saber.

-Finca de Icona en Soria, que utilizó Felipe González en su primer verano como presidente.

-Finca en el pantano de San Juan (Madrid), conocida como la Casa de la Pradera y utilizada por Adolfo Suárez para reunir a sus “barones”.

-La Mareta, en Lanzarote, lugar donde Rodríguez Zapatero jugaba al baloncesto. Era el predio preferido de Sonsoles Espinosa que ahora presiona a su marido para que adquiera alguna casa en la isla de César Manrique.

-Quintos de Mora, en Toledo, que Aznar solía utilizar para sus fines de semana y que se hizo famosa cuando invitó ahí al presidente George W. Bush.

Insisto: me quedo corto, pero para muestra un botón.

¿Qué demonios es esto en un país en bancarrota?

¡Díganmelo ustedes, please!