La socorrida mansión de Aznar en Guadalmina

Hasta que dejó de ser presidente José María Aznar & family veranearon en Quintanilla de Onésimo (Valladolid) y luego en Oropesa del Mar (Castellón), agasajados por el siempre sospechoso Carlos Fabra y por el empresario de Porcelanosa hasta que falleció el acaudalado.

Luego vino Menorca, entonces era dios reencarnado, y posteriormente puso sus ojos en Guadalmina (Marbella), inicialmente en un piso de clase media alta para luego adquirir en la propia y selecta urbanización (Guadalmina Alta) un chalet que al decir de los que lo conocen puede estar en precio de 1,5 a 3 millones.

Es un chalet antiguo que ha hecho reforma en el que el expresidente ha colocado una enorme bandera española que ahora está de moda y, además, Guadalmina siempre fue “zona nacional”. Pocos tienen acceso a la mansión aznarista, pero alguno hay, previo anuncio de visita porque los polis que hacen guardia no se andan con chiquitas.

Un ‘gaviota desnortada’ me susurra que don José María y su familia hacen una vida discreta, nada de fiestuquis de las que le gustaba organizar a Francisco Correa: juega al golf con el gerente del exclusivo Real Club de Golf Guadalmina, hace footing todas las mañanas y de cuando en vez se baña en las pésimas playas luciendo impresionante tableta para su edad y, aunque no siempre, se toma un vino en la terraza del hotel. Se me olvidaba: recibiendo parabienes y peticiones de vuelta entre las señoronas del lugar para las que Aznar sigue siendo el santo y seña de la derecha española y españolista y no ese vacuo de Rajoy.

¡Aznar, vuelve que nos arrepentimos!