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Serpiente de verano: el sustituto de Rajoy
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Graciano Palomo

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Serpiente de verano: el sustituto de Rajoy

Hace unos días, Carlos Cuesta publicaba en El Mundo un artículo titulado “La trampa” en el que atizaba al Partido Popular y a su presidente un

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Serpiente de verano: el sustituto de Rajoy
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Hace unos días, Carlos Cuesta publicaba en El Mundo un artículo titulado “La trampa” en el que atizaba al Partido Popular y a su presidente un muy severo varapalo por comerse el anzuelo que les pone la izquierda. El argumento o los argumentos son básicamente los que viene esgrimiendo el ala dura del partido en el gobierno: el largo viaje hacia el ocultamiento del mensaje que representaría el ‘arriolismo’ y que les llevaría directamente a caer en las trampas de la izquierda sobre dos asuntos: el mantenimiento teórico del Estado del Bienestar y el tema ETA.

En base a esa estrategia, “los liberales pasaban a ser incómodos radicales… Las víctimas que exigen justicia frente a Bildu pasaron a ser ultras”, escribe Cuesta.

La pieza opinativa no tendría la más mínima relevancia ni siquiera coyunturalmente sino fuera la punta del ‘iceberg’ relativamente significativa de lo que un grupúsculo de la derecha radical, que se niega a que se le conciba de esa forma, piensa del Gobierno y de su presidente. Este verano han sido propicias las conspiraciones de chiringuito de personas de ese jaez con un objetivo básico, aprovechando las dificultades extremas por las que atraviesa el país y el propio Ejecutivo: cargarse a Mariano Rajoy. “No vale… Está superado… No es capaz de sacar a España del pozo…”.

Y a partir de ahí empieza un ejercicio muy curioso y ancestral entre la derecha: jugar a sustitutos e incluso apuntar el perfil básico que debería tener, capacidad técnica demostrada en asuntos económicos, leal al Rey, que no le tiemble el pulso para liquidar las autonomías y mano de hierro para yugular todo lo que signifique algún tipo de acuerdo para acabar con ETA.

Tengo para mí que, aunque tímida y arteramente, este grupo que recrimina a Aznar haber elegido a Rajoy en su día y a Rajoy haberse desconectado del mensaje del PP y de sus “bases tradicionales”, terminará por poner sobre la mesa su candidato. ¿Cómo? Empezarán a dejar caer su nombre en tertulias muy significadas de la derecha para luego invitarle incluso a ser uno de ellos. 

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Hace unos días, Carlos Cuesta publicaba en El Mundo un artículo titulado “La trampa” en el que atizaba al Partido Popular y a su presidente un muy severo varapalo por comerse el anzuelo que les pone la izquierda. El argumento o los argumentos son básicamente los que viene esgrimiendo el ala dura del partido en el gobierno: el largo viaje hacia el ocultamiento del mensaje que representaría el ‘arriolismo’ y que les llevaría directamente a caer en las trampas de la izquierda sobre dos asuntos: el mantenimiento teórico del Estado del Bienestar y el tema ETA.

Mariano Rajoy