Marbella rompe la luna de miel entre Briatore y Agag

Muchos provincianos han acudido este verano a la discoteca Billionaire, instalada en plena milla millonaria marbellí, a contemplar por el módico precio de 13 euros la copa (inicialmente era 100) la última franquicia del millonario y atrabiliario transalpino que fue expulsado de la F1 por hacer trampas precisamente cuando era el patrón de Fernando Alonso en Renault.

Briatore pasa por ser amigo y admirador de Alejandro Agag (desde luego, negarle al yerno del ex presidente inteligencia y habilidad para los negocios y talento para las relaciones sociales es un ejercicio vano), incluso, afirman los que conocen esos entresijos que han sido socios en algunos negocios del glamour y de la gran pasta. 

Así que cuando un inversor local consideró que no estaría mal instalar una sucursal de la tienda de copas del multimillonario conectó con Alejandro porque sabía que era el único que podía convencer a Briatore para que dejara utilizar el nombre aunque fuera sin poner un maldito ochavo. Así fue. Pero el invento está resultando un auténtico fiasco. Ni por 100 ni por 13. Ese hueso no da caldo.

Una gaviota marisalada me informa que las relaciones entre don Flavio y don Alejandro se han emponzoñado a propósito de este asunto porque es sabido que donde no hay harina todo es mohína. Por cierto, que Agag y su familia parecen haberse cansado ya de el insufrible clima londinense y enfilan ya directos hacia el regreso a Madrid.

Al fin y al cabo, lo peor ha pasado, gobierna el PP y los negocios se pueden hacer ahora desde el iphone. Siempre he sostenido que Agag tiene una acendrada vocación política y condiciones para su ejercicio. Y aun con el hándicap de ser yerno de quien es, envidias incluidas, tras unos años haciendo dinero y posiblemente tras suceder a Bernie Ecclestone, encontrará su lugar al sol con el que siempre soñó. ¡El jurdó no lo es todo!