“Aquí Moncloa. Pedro J., ¿qué Pedro J.?”

Los que seguimos y leemos habitualmente el diario El Mundo -con un elenco de profesionales de primera magnitud y donde, en ocasiones, el que parece no es y el que es no parece, es el caso de M.A.M.- tampoco nos sorprendimos en exceso cuando, para inaugurar el curso político, el polémico periodista riojano propinaba la más formidable bofetada que mediáticamente jamás se había estampado en el cuitado rostro de Mariano Rajoy desde que tomó posesión de los aposentos del palacio de la Moncloa.

Además, utilizando el “método río”, esto es, subiéndose a la hemeroteca de su propio diario cuando, tras la derrota de marzo de 2008, Gabriel Elorriaga publicaba un artículo en el que apuñalaba a Rajoy al más puro estilo Bruto.

Pues bien, Ramírez, con su verbo toledano y su hacha braveheart, puso blanco sobre negro a la España de Mariano hasta concluir algo perentorio y que va de suyo en el diccionario pedrojotístico: ¡Váyase, señor Rajoy!

Para más inri, ese mismo día el diario ABC y otros grandes rotativos europeos publicaban la primera entrevista del primer ministro español en prensa escrita desde que arribó a la tierra prometida.

La gente que rodeada al presidente tiene una característica común aunque talento dispar. Esa característica al uso es la tranquilidad; el contacto con el jefe les ha convertido también en impasibles. “Esto es lo que hay….”, suelen decir.

Pues bien, pregunté ingenuo, ¿cómo habéis recibido el mandoble del periodista más influyente del centro derecha desde hace lustros?    

-¿Quién dices?... Ah, sí, Pedro J., ¿dónde está este ahora? ¡Jajajaja! En realidad este ya no es su predio y él lo sabe… Bueno, sí, esperábamos el ataque. ¡Nada que tenga que preocuparnos!

-¿Seguro?