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Dos cementerios de políticos que cuestan un riñón
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Graciano Palomo

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Dos cementerios de políticos que cuestan un riñón

La percepción general del pueblo y de los observadores es que la llamada “clase/casta política” no aprende. No le interesa escuchar el rumor de la ciudadanía.

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Dos cementerios de políticos que cuestan un riñón
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La percepción general del pueblo y de los observadores es que la llamada “clase/casta política” no aprende. No le interesa escuchar el rumor de la ciudadanía. Si ya cuando estalló el 15-M hubo dirigentes (Rubalcaba dixit) que advirtieron “o cambiamos o nos cambian”, dos años más tarde se puede afirmar, categóricamente, que aquello fue un espejismo.

Los concejales del Ayuntamiento de Madrid, por poner un ejemplo capitalino, siguen presumiendo de coche oficial y escolta; organismos perfectamente prescindibles (mucho más en la actual situación de depauperación del pueblo llano) continúan comiendo a dos carrillos ajenos por completo al clamor de los contribuyentes esquilmados por Montoro/Rajoy hasta el paroxismo. Y, encima, hay que oír que lo hacen contra sus propios ideales y en nuestro beneficio.

Voy a poner dos ejemplos claros que el personal lleva tiempo visualizando. En menos de medio kilómetro en Madrid, se ubica la despampanante sede del Senado (donde lo único interesante son los cuadros y obras de arte moderno conseguidas a precio de oro, vaya usted a saber quién anduvo detrás) y el Consejo de Estado. Todo el mundo sabe a estas alturas que no sirven para nada (no escribo absolutamente) y que son dos “instituciones” perfectamente desalojables.

En ocasiones, su oropel, que se puede ver desde la propia calle Mayor, resulta de una obscenidad intolerable. Me mandan unos datos a propósito del cementerio de elefantes donde ahora mismo recalan gentes del PP, como José Manuel Romay Beccaria, y gentes del PSOE, como Rodríguez Zapatero o Fernández de la Vega. ¿Qué hacen? ¿A qué dedican su tiempo libre, que es todo?

Pues bien, el tal  Consejo de Estado, con aproximadamente, entre pitos y flautas, 14 millones de euro de presupuesto, se gasta 200.000 en seguridad (curioso, la firma contratada es Grupo Norte Prosintel), además de los agentes de la Policía Nacional que custodian el edificio de la antigua Reina Madre, 720.000 en gastos de limpieza y otros, 700.000 en carpintería exterior… ¿Quieren que siga? ¡Para qué!

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La percepción general del pueblo y de los observadores es que la llamada “clase/casta política” no aprende. No le interesa escuchar el rumor de la ciudadanía. Si ya cuando estalló el 15-M hubo dirigentes (Rubalcaba dixit) que advirtieron “o cambiamos o nos cambian”, dos años más tarde se puede afirmar, categóricamente, que aquello fue un espejismo.