La alargada sombra de David Madí

En un asunto como el catalán, el CNI peina todos los recovecos; al fin y a la postre se trata de un pulso que afecta de plano a la “seguridad del Estado”.

Algunos de estos informes elaborados en la Cuesta de las Perdices alertan acerca de la impronta decisiva que mantiene un tal David Madí i Cendrós (Barcelona, 1971), durante muchos años ligado a Artur Mas, del que se le tiene por “amigo íntimo” y fue su director en las últimas campañas electorales. Fue secretario ejecutivo de Comunicación y Estrategia de CIU, portavoz del govern y ocupó cargos en diferentes consejerías (Interior, Economía y portavoz).

Madí abandonó la política activa tras volver CiU al govern (2010) y se incorporó de lleno al mundo de los negocios, actuando a nivel empresarial a través de la “consultora” Nubul Consulting, con sede en Sant Quirze del Vallés y de la cual es administrador único. De hecho, hoy es presidente del consejo asesor de Endesa en Cataluña, patrono de la Fundació Orfeón Catalán/Palau de la Música y consejero en la auditora Deloitte, curiosamente, pero sólo curiosamente, la empresa que utiliza la Generalitat como auditora.

Viene de una saga de empresarios, nieto de la espuma de afeitar Floid (Joan Baptista Cendrós), cofundador junto con Pujol de Banca Catalana, la mezcla histórica y peligrosa de negocios y política desde los años 60 de la parte alta de Barcelona con el lema de “todo por Cataluña…”. Fue también uno de los fundadores de Ömnium Cultural, un invento nacionalista de la cosa. Recientemente también fichó como vicepresidente de Applus+, donde presta apoyo al consejero delegado, Fernando Basabe, en su estrategia de crecimiento. Medios de Barcelona sostienen que es un acumulador de cargos en empresas relacionadas con la Generalitat.

Madí es el padre de esta idea. Haré de Artur (Mas) el “Kennedy catalán” para, pasado el tiempo, intentar convertirle en el “Moisés de la barretina”… dicen que porque es sabedor de la importancia que tienen los arquetipos en el subconsciente de la gente.

Las “notas” son claras: Madí abandonó la política “activa” de aquel modo… Pero su peso ante el hombre que tiene la “misión histórica” de sacar a Cataluña de la bota española sigue siendo total y muy evidente.