Porqué el IEF no se pronuncia sobre la independencia de Cataluña

La semana pasada el XV Congreso del Instituto de Empresa Familiar (IEF) convocaba a sus 500 miembros bajo la presidencia de su jefe, José Manuel Entrecanales.

La cita era precisamente en Barcelona -con almuerzo incluido en el Palacio de Pedralbes para recibir al Príncipe de Asturias, todo un detalle porque el inmueble está bajo la batuta de un independentista como Xavier Trias-, la capital de un territorio cuyos institucionales líderes políticos quieren hacer un sonoro y embravecido corte de mangas a la vieja nación española.

El grandioso aquelarre dio mucho de sí. Tanto que uno de sus principales oradores, amén de la vicetodo Sáenz de Santamaría y el teórico jefe socialista Pérez Rubalcaba, que advirtieron acerca de los peligros debate soberanista, fue el chico de moda, el Moisés del momento histórico, Artur Mas.

-“Nuestro país, me refiero a España….”, subrayó Mas.

¿Eh? ¿Oigo bien?, ¿estoy loco?, ¿sufro alucinaciones?, se preguntó más de un prohombre del dinero presente en los llamativos salones del Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad Condal. Entre ellos, Jaime Grego, dueño de Laboratorios LETI. Porque para estos acaudalados señores en su conjunto combinar “crisis” y “secesión” es un cóctel tan estulto como suicida.

Pero la cuestión básica sobrevolaba el auditórium. ¿Haría el IEF una declaración en toda regla sobre la secesión de Cataluña como, parece, puede colegirse del sentir general expresado de sus miembros? No. ¡Qué raro!    

Horas después una intrépida periodista, Carmen O. Flores, interrogaba al portaveu Francesc Homs acerca de si aquello tenía alguna relación con la adjudicación de la gestión de Aigües Ter Llobregat a la multinacional Acciona, que preside la misma persona que el IEF.

-“¡Vagi als tribunals!”, contestó el airado hombre fuerte de Mas.

Pues eso, oiga.