En el PSOE manda Felipe, ‘again’

- “Te lo dije”, me insistió mi garganta profunda en Ferraz, un veterano socialista militante, una vez que Alfredo Pérez Rubalcaba dio por cerrado su teórico cerco a Rajoy durante el debate sobre el estado de la nación.

- “¿Que me dijiste qué?”, pregunté.

- “Que Rubalcaba no volvería a pedir la dimisión de Mariano Rajoy porque Felipe González ya le había dejado claro que no insistiera por ese camino”.

Sucede que en los días previos al debate -quizá una de las pocas oportunidades ya con las que contaba el todavía líder socialista-, Rubalcaba se había visto con González, Javier Solana y Joaquín Almunia. Palabras mayores dentro del poder de centroizquierda y los poderes fácticos de la cosa porque desayunan en hoteles de lujo, lo que, se quiera o no, da otra perspectiva a la hora de interpretar el mundo.

Pues bien, los tres mosqueteros con insignia socialdemócrata un tanto desteñida -al fin y al cabo el actual secretario general no es otra cosa que un reflejo de aquellos- le han aconsejado que busque acuerdos con el Gobierno y con el Partido Popular. “Porque, Alfredo, compañero, al PSOE no le va la calle. Siempre que hemos acudido a la calle nos ha ido muy mal, remember la OTAN. Lo nuestro es subir algo los impuestos (o bajarlos), y administrar con algo más de inteligencia que la derecha el dinero público y poner subvenciones donde hay graneros de votos”.

Por si fuera poco, los que llevan más de treinta años en esto sostienen también que en la vida política todo tiene sus plazos y “este es el momento de la derecha (…) Ya llegará de nuevo el nuestro y si no te toca, Alfredo, mala suerte”.

Ahora empiezo a comprender mejor el porqué de la conducta de don Alfredo; salvo que Trías o Bárcenas -a través de algún intermediario de lujo- le hayan hecho llegar alguna guillotina afilada contra el presidente.