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La música de Pedro Arriola en la tribuna del hemiciclo
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Graciano Palomo

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La música de Pedro Arriola en la tribuna del hemiciclo

La victoria parlamentaria del presidente Rajoy en el reciente debate sobre el estado de la nación ha sido tan amplia que ni los más viejos cronistas

Foto: La música de Pedro Arriola en la tribuna del hemiciclo
La música de Pedro Arriola en la tribuna del hemiciclo

La victoria parlamentaria del presidente Rajoy en el reciente debate sobre el estado de la nación ha sido tan amplia que ni los más viejos cronistas parlamentarios (oficio en claras vías de extinción) recuerdan semejante varapalo desde que Adolfo Suárez consiguió que las últimas Cortes franquistas se hicieran el harakiri.

Aquellos que ningunean al presidente se olvidan de que don Mariano es un hombre con hechuras sólidas, que se trabaja los temas, que tiene una memoria elefantiásica y una retranca digna de mejor causa.

Machacó, aún desde esa moderación que le circunda -y que le hace perder muchos enteros como líder mediático e incluso social-, a Pérez Rubalcaba; tampoco dio respiro alguno al resto de los que subían a los tribunales de oradores (la misma que en su día utilizaron Cánovas del Castillo, Indalecio Prieto, Antonio Maura, Ortega y Gasset, Unamuno o Marañón) con tan escasa indumentaria intelectual y política que provocan la risa.

La perorata, sin ir más lejos, de Cayo Lara hubiera servido para alguna concentración estalinista en algún gulag de reeducación, pero poco más. ¡En qué país vive este pobre hombre! Otro ejemplo: lo de Bosch citando al Financial Times (700 millones de euros para subvencionar corridas de toros) como máxima autoridad taurina es otro ejemplo palmario de la pobreza  que sufragamos.

Lo que sí escuché durante muchas de las intervenciones presidenciales fue la voz de Pedro Arriola, el consejo áulico por antonomasia. Sonaba como aquella música de los 17 millones de españoles que todavía trabajan y, en general, como todo el diagnóstico rajoniano acerca de lo que nos sucede. Y, por una vez, le ha salido bien. Si alguna vez Rajoy tuvo la tentación de prescindir de PA, rectificó a tiempo. Y eso, dicen, es de sabios.

La victoria parlamentaria del presidente Rajoy en el reciente debate sobre el estado de la nación ha sido tan amplia que ni los más viejos cronistas parlamentarios (oficio en claras vías de extinción) recuerdan semejante varapalo desde que Adolfo Suárez consiguió que las últimas Cortes franquistas se hicieran el harakiri.