Cuando los piqueteros violentos chulean a los ministros y sus familias

Los episodios (seis en total por el momento) de los PAH o lo que sean, aporreando las puertas de cargos electos del PP para condicionarles el voto de cara a la iniciativa sobre los desahucios (en breve) parece que ha colmado la paciencia de los dirigentes populares.

Las viviendas en Barcelona del ministro del Interior (¡tiene guasa!), Jorge Fernández Díaz, y del director del Gabinete de Presidencia, Jorge Moragas, fueron asaltadas por esta muchachada que habría hecho fortuna en la Duma rusa de 1917. El ‘escrache’ es un modelo genuinamente ‘made in Argentina’ que como todo el mundo sabe es un país serio, con seguridad jurídica y de la otra a borbotones y un ejemplo a seguir en el mundo civilizado.

Luego fueron a los domicilios de dos diputadas del mismo partido en la Ciudad Condal, siguieron con la casa del diputado cordobés Rafael Merino López, continuaron por el de Esteban González Pons en Valencia y el happening vespertino terminó en el del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, en pleno centro de la capital.

¡Oiga, con un par!

Por de pronto, las ‘razzias’ son conocidas por la Policía del ministro Fernández, pero poco más. Ada Colau, la heroína que se lo está montando (en las televisiones) con este asunto (argumentos para defender la dación en pago y la denuncia de otros múltiples abusos por parte de la banca no faltan precisamente) pierde todo juicio cuando de una manera u otra se justifica la coacción a unos diputados que tienen que votar en libertad, como mandan los someros cánones de la democracia representativa.

Porque se empieza así y se termina de aquella manera, subiendo a la proa del “Aurora”.

¿Alguien dijo que la derecha en el poder infundía miedo?