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La desesperación de los cargos electos del PP
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Graciano Palomo

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La desesperación de los cargos electos del PP

Los informes de la Inteligencia de los servicios policiales y del Centro Nacional no dejan lugar a dudas: ¡aquí se va a organizar la de Dios

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La desesperación de los cargos electos del PP

Los informes de la Inteligencia de los servicios policiales y del Centro Nacional no dejan lugar a dudas: ¡aquí se va a organizar la de Dios es Cristo!

Con la llegada del mayo florido (15-M), el buen tiempo y el buen rollo que siempre concluye el calor las revueltas callejeras pueden convertirse en amagos de revolución Tahrir. Nadie se podrá llamar a andanas porque el Ejecutivo ya ha sido avisado.

La Policía que dirige el bueno, faístico y desconcertado de Ignacio Cosidó -¡qué buen vasallo si hubiera buen señor!-no sabe cómo parar la ofensiva que se está cociendo y a la que se sumarán individuos y colectivos de todo pelaje y condición. Desde los desesperados con causa, revoltosos de toda añada, grupos marginales por convicción, comunistas/extremistas  en busca de protagonismo y también buena gente del pueblo llano que entiende esto ya no tiene un pase.

En la acera de enfrente sufriendo en silencio, aguantando sin compartir, soportando las embestidas sin comerlo ni beberlo, los diputados del Partido Popular (los senadores ni siquiera cuentan) desconcertados y en primer tiempo de saludo.

No sólo diputados nacionales si no concejales y alcaldes que empiezan a temer por sus familias y por su integridad física.

Pero, ¿no mandábamos nosotros?, se preguntan alucinados. ¿Este Gobierno no es nuestro gobierno? No. Y es que han llegado a la conclusión de que cada perro se deberá lamer sus dotaciones…

El caso del exdiputado canario Sigfrid Soria es sólo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo en las entrañas del partido en el gobierno: en estos momentos, pertenecer al mismo -lejos de ser un toque de distinción- se ha convertido en un objetivo a batir.

¿Será verdad que en España manda el PP?, se vuelven a preguntar. ¡No se lo creen!

Dice un amigo mío, sólido en esto de las lecturas de los tiempos históricos, que lo peor que le puede ocurrir a un gobierno no es que le teman si no que le tomen por el pito de un sereno.

¡En esas estamos!  

Los informes de la Inteligencia de los servicios policiales y del Centro Nacional no dejan lugar a dudas: ¡aquí se va a organizar la de Dios es Cristo!