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En Cataluña se pide imitar los ejemplos de George Washington y Cromwell
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Graciano Palomo

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En Cataluña se pide imitar los ejemplos de George Washington y Cromwell

Desde que Artur Mas decidió echarse al monte en aquel otoño monclovita (2012) cuando el presidente le dijo que no iba a darle más ventajas económicas

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En Cataluña se pide imitar los ejemplos de George Washington y Cromwell

Desde que Artur Mas decidió echarse al monte en aquel otoño monclovita (2012) cuando el presidente le dijo que no iba a darle más ventajas económicas y fiscales de las que ya goza un territorio que representa el 15% de la población española, he venido sosteniendo que es el “gran tema” político desde la Guerra Civil. Conozco las encuestas (casi todas) en las que se refleja el hartazgo de los españoles no catalanes a propósito de la tabarra rupturista, pero esto es una cosa y otra muy distinta la gravedad institucional que supondría la voladura del Estado. Gravedad a todos los niveles. Y comprendo la ansiedad que sienten los principales empresarios o altos ejecutivos de las transnacionales que llevan la marca de Catalunya, desde La Caixa al Sabadell pasando por los de Abertis, Gas Natural, Planeta, etc…

El diagnóstico, vuelvo a insistir, lo realizó magistralmente hace unos días Felipe González: “De la crisis económica saldremos… No tengo claro que podamos con la institucional…”.

¿Es imaginable algo parecido –la presidenta del Parlament acaba de decir que no acata la sentencia del TC- en otras potencias democráticas del mundo libre? ¿Qué pasaría, por ejemplo, con el gobernador de Alabama si decidiera no acatar las órdenes ejecutivas del gobierno federal o una sentencia del Supremo en Estados Unidos? ¿Qué sucedería si el jefe de un länder alemán, pongamos Silesia, decidiera pasarse por el forro la Constitución teutona?

El ‘in crescendo’ secesionista, totalmente envalentonado, pasa también por liquidar la figura del jefe del Estado –aprovechando los más que evidentes fallos  y su difícil coyuntura- y oigo voces que discursean abiertamente de imitar los ejemplos de George Washington cuando se sublevó contra la corona británica. Y también he oído invocar el nombre de Oliver Cromwell (1599) cuando creó la Mancomunidad de Inglaterra tras derribar la monarquía y decapitar al rey.

¿Qué método utilizaron estos dos próceres de la historia para conseguir sus planes?

¡Las armas! Lo he oído, puedo demostrarlo y lo tengo anotado.

Desde que Artur Mas decidió echarse al monte en aquel otoño monclovita (2012) cuando el presidente le dijo que no iba a darle más ventajas económicas y fiscales de las que ya goza un territorio que representa el 15% de la población española, he venido sosteniendo que es el “gran tema” político desde la Guerra Civil. Conozco las encuestas (casi todas) en las que se refleja el hartazgo de los españoles no catalanes a propósito de la tabarra rupturista, pero esto es una cosa y otra muy distinta la gravedad institucional que supondría la voladura del Estado. Gravedad a todos los niveles. Y comprendo la ansiedad que sienten los principales empresarios o altos ejecutivos de las transnacionales que llevan la marca de Catalunya, desde La Caixa al Sabadell pasando por los de Abertis, Gas Natural, Planeta, etc…