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Los poderes de la incombustible y aguerrida Villalobos
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Graciano Palomo

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Los poderes de la incombustible y aguerrida Villalobos

Me sorprende que algunos se sorprendan y conviertan en noticia los peculiares comportamientos de la vicepresidenta del Congreso de los Diputados Celia Villalobos (1949), que pese

Me sorprende que algunos se sorprendan y conviertan en noticia los peculiares comportamientos de la vicepresidenta del Congreso de los Diputados Celia Villalobos (1949), que pese a llevar más de treinta años militando en el Partido Popular (antes en el Partido Comunista) sigue haciendo de su capa un sayo en determinadas cuestiones.

¡Le encanta que la prensa progre le ría las gracietas!

Pero si creen (como entienden algunos compañeros de militancia) que la fogosa malagueña es una ‘friki’ que toma la calle de en medio cuando lleva dos finos bien puestos se equivocan de medio a medio. Es ahora mismo una de las militantes más veteranas (os) de todo el Partido Popular, formó parte del núcleo duro que en 1996 llevó a José María Aznar al poder (con su marido Pedro Arriola dirigiendo las operaciones desde la desenfilada), fue figura señera de aquel grupo de alcaldesas andaluzas que avanzó el triunfo del centroderecha en 1994 y hasta se sentó en la mesa del consejo de ministros.

Rajoy le guarda un respeto aunque su amigo personal y el de su familia es Aznar. Es difícil que le niegue algo que ella desea fervientemente: ya ocurrió en 2008 cuando el PP perdió la Presidencia del Senado porque ella tuviera una vicepresidencia en el Congreso.

Villalobos tiene la virtualidad de sacar de quicio al grueso más ultramontano del partido con sus abortos, divorcios y demás cuestiones feministas. Estarían encantados con un ERE en las filas del PP que se llevara por delante a la diputada de la que, dicen, ya tiene edad y fortuna como para tomar el sol en Torre del Mar. Ya pueden ir abandonando esa hipótesis de trabajo, incluido el superado ministro del Interior que no se tragan.

Porque al final, aunque ellos han dividido sus vidas laborales de forma bastante ostensible, el único que susurra al oído del césar se llama Pedro Arriola.

¿Han entendido?

Me sorprende que algunos se sorprendan y conviertan en noticia los peculiares comportamientos de la vicepresidenta del Congreso de los Diputados Celia Villalobos (1949), que pese a llevar más de treinta años militando en el Partido Popular (antes en el Partido Comunista) sigue haciendo de su capa un sayo en determinadas cuestiones.

Celia Villalobos