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Los 63 años del ministro “dimisionario” Montoro
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Graciano Palomo

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Los 63 años del ministro “dimisionario” Montoro

En Barcelona me soplaron el pasado miércoles que durante una cena con empresarios (para celebrar la Asamblea General de la patronal catalana) de tanto fuste como

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Los 63 años del ministro “dimisionario” Montoro

En Barcelona me soplaron el pasado miércoles que durante una cena con empresarios (para celebrar la Asamblea General de la patronal catalana) de tanto fuste como Joan Pujol, Joan Gaspart, José Manuel Basáñez, Joan Castell, Salvador Alemany, José Creuheras y los presidentes de Foment, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, dejó caer que se fugaba de la política al final de la legislatura.

Incluso me subrayan estas fuentes -generalmente fiables- las palabras textuales del jefe de la caja pública: “Aunque mi jefe de prensa me aconseja que no lo diga (el buen y acreditado colega Julio Sánchez), mi intención es retirarme de la vida política cuando acabe esto...”.

Montoro es andaluz, aunque no lo parezca, y aunque luzca trazas de “hombre de negro”, es persona que gasta mucho coña, ironía y retranca que suele adornar con risa “made in Cristóbal”.

En realidad se estaba refiriendo a que lleva ya muchos años en ese chollo, que tiene 63 años, que está un poco harto del injusto trato que recibe en determinados medios, que le gusta la teoría académico hacendística, que tiene ofertas para asesorar en materia de reformas económicas a gobiernos de medio mundo y, que, en definitiva, todo tiene un principio y un final.

Es lo que cuadra. Lo que realmente persigue el menudo ministro de Hacienda (es el único español que ha sido ministro de la cosa en toda la historia y con gobiernos y presidentes distintos) es que el pueblo llano perciba la justeza de sus planteamientos y la intención final de sus medidas nada populares por supuesto. No parece que su ambición y vanidad personales necesiten de más responsabilidades al frente de la Comisión Delegada ni que tenga celos de la vicetodo. Lo de Luis de Guindos es cosa distinta y tiene su aquel, incluso en ADN, procedencias e inquietudes.

Lo que realmente saca de quicio a CM es que intenten darle lecciones de comportamientos y derivas éticas aquellos que ni siquiera se retratan ante los impresos del IRPF.

En Barcelona me soplaron el pasado miércoles que durante una cena con empresarios (para celebrar la Asamblea General de la patronal catalana) de tanto fuste como Joan Pujol, Joan Gaspart, José Manuel Basáñez, Joan Castell, Salvador Alemany, José Creuheras y los presidentes de Foment, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, dejó caer que se fugaba de la política al final de la legislatura.

Cristóbal Montoro