Los neocomunistas se comen a Griñán

Fiel a sí mismos, los socialistas andaluces se andan repartiendo los despojos de un poder que dura ya demasiados años ajenos por completo a la penuria del pueblo y al detritus de un poder autonómico artificial y vacuo.

En realidad José Antonio Griñán nunca fue elegido. Primero le dejó la poltrona su amigo Manuel Chaves con el que acabó tarifando como siempre sucede cuando uno se cree que es de verdad y en las últimas elecciones le ganó el PP.

Su abrazo por interés con Izquierda Unida, un partido que tiene perfiles cubanos y norcoreanos, le ha llevado a la tumba. Claro que también los dirigentes de IU tiene que tragar con todo lo que durante años denunciaron. ¡Qué cara está la vida!

Griñán es un botarate político en manos de un inexportable Diego Valderas, que es al fin y a la postre el que manda en uno de los territorios más depauperados de toda la Unión Europea. Griñán es a Valderas lo que Artur Mas a Oriol Junqueras pero en versión flamenca.

Todo ello mientras el partido más votado en las últimas elecciones (PP) todavía no tiene candidato porque el alcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido no quiere ni oir hablar de presentar su ticket.

El poder corrompe y el absoluto (35 años) corrompe absolutamente. Ahora el PSA canonizará a una nueva dirigente cuyo curriculum confirma lo sabido: no ha regentado en su vida ni una mercería. Precisamente cuando vienen en reconocer (Canal Sur) que en Andalucía el hambre reaparece con fuerza como en aquellos tiempos que nadie quiere recordar. Hasta el punto que la RTVA tiene que organizar maratones para comprar alimentos con destino a las familias (miles) que no pueden abrir boca. ¡Ya saben, lo del pescado y el aprendizaje de la pesca!

A Pérez Rubalcaba, más allá del voto cautivo y desarmado de los andaluces, lo que haga Griñán le importa tanto como una higa. El jefe de Ferraz tiene su hoja de ruta despejada y clara. Conferencia Política en el otoño y prepararse para la desenfilada.

Andalucía es cada vez más predio propicio para todos los desencuentros y todo indica que en las próximas elecciones (quizá coincidiendo con las Europeas) veremos de nuevo gritar al elector aquello de en mi hambre mando yo.

¡Y tanto!