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Y en La Zarzuela, ¿qué pasa?
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Graciano Palomo

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Y en La Zarzuela, ¿qué pasa?

Me dicen que el Príncipe Felipe se lee todo y lo masculla todo. Casi tanto como su esposa, que de cuando en vez no puede reprimirse

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Y en La Zarzuela, ¿qué pasa?

Me dicen que el Príncipe Felipe se lee todo y lo masculla todo. Casi tanto como su esposa, que de cuando en vez no puede reprimirse y hace comentarios ad hominem sobre las estulticias que se publican o se ventean en determinados espacios de televisión. La Princesa tiene a gala haber sido una periodista que antes de publicar una noticia la contrastaba tres veces.

Todavía resuenan en Somontes los ecos de los abucheos a la Reina -¡lo nunca oído!- y el endose del espectáculo al ministro Wert, otro que tampoco está para muchos tiros después de habérsela tenido que comer con papas. ¡Soraya manda mucho!

Pues bien, escribía que en la residencia del jefe del Estado se devanan los sesos por ver cuándo termina el culebrón Urdangarin -en la cárcel seguro- y pueden empezar a pensar en positivo. El Rey Juan Carlos sigue erre que erre queriendo seguir y en el palacete de al lado fumando espero.

Al fin y al cabo su suerte depende en gran parte de que retorne la bonanza económica y se pueda entonar aquello de que fue el reinado con más prosperidad de los tiempos pasados, pretéritos y futuros.

Los libros de visitas están repletos pero tampoco desfilan hipotecados, desempleados y otras gentes de mal vivir. Al final son los mismos de siempre. Primos y más primos, escopeta en ristre.

Algunos de los más conspicuos pijos que siempre tuvieron la puerta expedita de Palacio para hacer unas gracietas con su amigo Felipe tienen ahora que esperar porque aunque tampoco se aplica el método wasermann, para chocar los cinco con el Heredero las cosas no están para bromas.

¡A ver si La Roja gana el mundial bis de fútbol y bajamos al vestuario de los campeones! Porque el amigo Rafa Nadal se ha despedido este año con más pena que gloria de la hierba londinense.

El verano se ha echado encima, Marivent espera pero sin yate. 

Tiempo de esperar, aguantar y ver, que de esto saben mucho los Borbones.

Me dicen que el Príncipe Felipe se lee todo y lo masculla todo. Casi tanto como su esposa, que de cuando en vez no puede reprimirse y hace comentarios ad hominem sobre las estulticias que se publican o se ventean en determinados espacios de televisión. La Princesa tiene a gala haber sido una periodista que antes de publicar una noticia la contrastaba tres veces.