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El mano a mano entre Rouco y el Papa: el futuro de la Iglesia española
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Graciano Palomo

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El mano a mano entre Rouco y el Papa: el futuro de la Iglesia española

Hace unos días, el jefe de la Iglesia católica española, monseñor Rouco Varela, se fue hasta el Vaticano a postrarse ante el jefe de la Iglesia

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El mano a mano entre Rouco y el Papa: el futuro de la Iglesia española

Hace unos días, el jefe de la Iglesia católica española, monseñor Rouco Varela, se fue hasta el Vaticano a postrarse ante el jefe de la Iglesia universal, el Papa Francisco, con el que tiene la suerte de poder hablar en gallego. Daría el índice pulgar por haber estado presente en esa conversación, entre otras cosas, porque un encuentro en tan imponente sede y con dos líderes espirituales de ese porte da mucho de sí.

Amén de la inminente JMJ 2013 (Río de Janeiro), cónclaves mundiales en los que Rouco Varela es un auténtico experto -es el único cardenal que ha organizado dos, Santiago de Compostela y Madrid-, la peregrinación del purpurado lucense a la sede de San Pedro tiene especial importancia en los momentos del tránsito que ya se viven dentro de la (antes) católica España.

La marcha del arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal dejará un vacio más que evidente en la jerarquía hispana. Los mejores observadores de las cosas pías vienen en coincidir en que el cardenal Rouco es la persona que más poder ha tenido en los últimos cinco lustros en la Iglesia de España y su marcha (77 años y una salud menguada) se dejará notar.

Precisamente ese poder y su corte altamente conservador es motivo de diatriba en los sectores más progresistas y de base. De ahí que anhelen fervientemente su marcha porque sostienen que “Rouco ha conseguido que los españoles huyan de las iglesias y que el prestigio social de la institución esté bajo mínimos.”. Para gustos, los colores. Porque existen en el lado contrario quienes opinan que gracias al purpurado gallego y su férrea disciplina impuesta en cuestiones básicas de la ortodoxia y la moral se han salvado los muebles en la ancestral católica España que ahora mismo se situaría como territorio de misión.

En cualquier caso, la marcha del hábil negociador que es Su Eminencia se dejará notar. Nadie duda que en su reciente conversación (una hora y veinte minutos, que para lo que se estila en el Vaticano es un dato de sumo interés) con el Papa Francisco (nada que ver en estilos), Rouco intentó dejar atada y bien atada su sucesión, que afectará a tantas cosas dentro de la Iglesia en nuestro país; entre ellas, a los propios medios de comunicación de titularidad eclesiástica, al nombramiento de nuevos obispos y, en general, a la orientación católica en los aspectos claves de una sociedad que no gana para turbulencias en todos los órdenes. Pero no hay que olvidar tampoco que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.

Hace unos días, el jefe de la Iglesia católica española, monseñor Rouco Varela, se fue hasta el Vaticano a postrarse ante el jefe de la Iglesia universal, el Papa Francisco, con el que tiene la suerte de poder hablar en gallego. Daría el índice pulgar por haber estado presente en esa conversación, entre otras cosas, porque un encuentro en tan imponente sede y con dos líderes espirituales de ese porte da mucho de sí.