¿El último verano de Aznar en FAES?

Debe ser muy duro para un tipo que lo ha sido todo y que todavía está en edad de merecer, hacer de presentador/telonero de una recién llegada al Partido Popular como María Dolores de Cospedal (al menos, así la perciben en FAES). José María Aznar lleva diez años dirigiendo personalmente el Campus FAES, que reúne en la Sierra de Guadarrama a los más granado (hasta hace poco) del mundo neocon y todo en esta vida, incluso para un ser superior como él, tiene su principio y su fin.

Al menos, el cónclave del solsticio veraniego de la muy poderosa (económicamente, se entiende) fundación del PP (del PP, ojo, no de Aznar) tiene una virtud para las mesnadas populares: durante unos días se escenifica un amor fraternal que no existe. Se pueden sacar fotos con todos sonrientes, un espíritu que no corresponde con la realidad.

Tengo para mí que el creador fáctico de FAES desde los tiempos vallisoletanos de Miguel Ángel Cortés -¡qué personaje!- tiene fecha de caducidad al frente del único think tank con afiliación política del centro derecha que existe en España. No hay que olvidar que, en el cénit de su poder, Aznar obligó al resto de las fundaciones que habitaban en ese espectro a diluirse en FAES, en el que fue conocido con sorna como “decreto de unificación” que rememora otros episodios históricos en plena Guerra Civil. No es el caso, por fortuna.

Ni la actual dirección del PP está por la labor de mantener a un ex que cada vez que suelta la lengua sube el pan, ni la organización puede sostenerse enfrentada permanentemente al partido que le da cobertura y, ahora mismo, al Gobierno de la Nación. El expresidente puede tener, tiene ya de hecho, otros cuarteles generales logísticos que le permiten mantener una estructura administrativa y burocrática. El diseño para el relevo está terminado. Sólo falta la orden de ejecución que sólo puede dar una persona. Y esa persona tiene nombre y apellidos.