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Alaya los tiene bien puestos
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Graciano Palomo

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Alaya los tiene bien puestos

Resulta enternecedor ver a personas tan valiosas políticamente y con tanta experiencia como Ramón Jaúregui, Trinidad Jiménez, Carmen Chacón, Valeriano Gómez y el propio Alfredo Pérez

Resulta enternecedor ver a personas tan valiosas políticamente y con tanta experiencia como Ramón Jaúregui, Trinidad Jiménez, Carmen Chacón, Valeriano Gómez y el propio Alfredo Pérez Rubalcaba arremeter sin piedad contra la instructora Mercedes Alaya, que ha venido a destapar una olla podrida con hedor insoportable. Es verdad que se está tomando la cosa con demasiada calma, igual que Ruz; a ambos les acusan interesadamente de propiciar “causas generales” cuando, en realidad, son profesionales de la judicatura en busca de autor. O autores.

En el caso andaluz, los nervios son perfectamente descriptibles con ocasión de la imputación de la inmarcesible Magdalena Álvarez -¡la distancia no es el olvido!- que también sabe mucho de adjudicaciones y presiones cuando estuvo al frente de Fomento. Del pressing que me relatan contra la dama bien parecida que investiga los ERE andaluces me quedo con la mitad. Aún así, los cuarenta grados que soplan en la capital hispalense son bagatelas si se miden los grados voltaicos que circundan su juzgado. ¿Por qué imputa a Álvarez, que fue consejera de Economía y Hacienda, y no a Griñán?

Pues, sencillamente, porque se ha propuesto ella -sola ante el peligro- terminar la instrucción y si en este momento fuera a por José Antonio Griñán (aforado) toda la causa pasaría a otra instancia judicial. Todo esto sucede mientras la dirección nacional del PSOE no se atreve a plantear una moción de censura al presidente Rajoy y las divergencias en el seno del Grupo Parlamentario Socialista son tan descriptibles que hablar de ruido de sables en su interior es poca cosa.  

La X de los ERE y la X de Bárcenas son dos películas X en un solsticio de verano demasiado duro, tórrido e insoportable mientras el respetable clama por el pan, la dignidad y la decencia.

Resulta enternecedor ver a personas tan valiosas políticamente y con tanta experiencia como Ramón Jaúregui, Trinidad Jiménez, Carmen Chacón, Valeriano Gómez y el propio Alfredo Pérez Rubalcaba arremeter sin piedad contra la instructora Mercedes Alaya, que ha venido a destapar una olla podrida con hedor insoportable. Es verdad que se está tomando la cosa con demasiada calma, igual que Ruz; a ambos les acusan interesadamente de propiciar “causas generales” cuando, en realidad, son profesionales de la judicatura en busca de autor. O autores.

Mercedes Alaya