A propósito del jefe del CNI

La vicetodo Sáenz de Santamaría es la persona que recibe con asiduidad al teniente general Sanz Roldán, que lo ha sido todo entre los uniformados y además es de Cuenca, como Raúl del Pozo, el viejo maestro que en esto de Bárcenas nos ha dado a todos sopas con onda, precisamente cuando su guerrera está repleta de medallas sustanciadas y otras por sustanciar.

Pero no es por ahí donde al conquense le bombean exclusivas. Mejor mirar por Génova 13 o por el barrio de Salamanca y encontrará las claves.

Bien, el jefe del Centro Nacional de Inteligencia goza de la plena confianza de Soraya, que califica a este soldado como “hombre de Estado” frente a la presión de un sector del partido -y hasta del Gobierno- para que se proceda a mandarle al retiro.

Cierto es que se le ha visto almorzar con Pedro J. Ramírez en uno de los restaurantes de moda en la capital y que es amigo personal de Alfredo Pérez Rubalcaba, como lo es del Rey, a cuyo real dedo se atribuye su permanencia en la Cuesta de las Perdices.

Los enemigos, que los tiene, le achacan mano negra en el tema Gürtel y tengo para mí, con algunos datos, que sus agentes tienen otras preocupaciones básicas como el tema catalán, los intereses españoles en Iberoamérica y los últimos coletazos de ETA y los primeros de sus deudos políticos en las instituciones vascas.

En medio del reguero de detritus que va esparciendo Bárcenas -¡lo que tiene que decir es si el enorme dineral que tiene por el mundo es propio o en compañía de otros, gritan en el ágora pública y dejarse de historias de una vez!-, los viejos demonios de la derecha más derecha resurgen con fuerza inusitada. “Nunca supimos controlar los auténticos poderes del Estado y hoy, como ayer, se nos va de las manos la Policía, los Servicios Secretos, la Fiscalía y RTVE... No hemos aprendido nada del 11-M...”

Puede ser pero es que Bárcenas existe. Y José María Aznar y Francisco Alvarez Cascos existieron...