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La Corona, abocada a un referéndum
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Graciano Palomo

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La Corona, abocada a un referéndum

El deterioro de la Corona es tan fuerte pese a todos los intentos de Somontes por recomponer la antigua figura (cuando la institución era intocable) que

Foto: El príncipe Felipe. (EFE)
El príncipe Felipe. (EFE)

El deterioro de la Corona es tan fuerte pese a todos los intentos de Somontes por recomponer la antigua figura (cuando la institución era intocable) que incluso los más fervorosos partidarios de la Monarquía entienden ya que el cúmulo de sucedidos conduce directamente a medio plazo a una consulta directa al pueblo soberano.

Dicen que los argumentos reales para no abrir la ventana al Príncipe pasa por la crisis económica y social, la secesión catalana, la acumulación de “inputs” negativos para la Corona (básicamente el ‘caso Urdangarin’ porque lo del elefante y Corinna es perdonable), pero en realidad la permanencia de Don Juan Carlos en la jefatura del Estado no palia en un dígito siquiera la legión de parados ni su ‘auctóritas’ es capaz de imponer sensatez ni a Jordi Pujol –su antiguo aliado durante lustros- ni a sus “hereus”.

Don Felipe ha cumplido 46 tacos como 46 soles y tiene, dicen, que yo no lo sé, atributos intelectuales y de sensatez suficientes como para poder ejercer la representación del Estado porque poder ejecutivo, lo que se dice poder ejecutivo, no tendrá nada.

De modo y manera, queridos amigos, que en este contexto “horribilis” lo que se puede describir con toda precisión y justeza es que la institución sigue en el desfiladero con una izquierda extrema cada vez más agresiva contra La Zarzuela y una derecha que sí defiende pero sin demasiado entusiasmo.

Me llegan algunas informaciones fiables (dentro de un orden porque todo lo que se refiere al Rey hay que ponerlo en almoneda) en el sentido de que personas que gozan de la confianza real estarían aconsejando ir estudiando un escenario del todo o nada: un referéndum específico respecto a si los españoles de la actual y la próxima hora quieren esta forma de Estado o ir directamente a la III República.

Sinceramente, desde mi modesto punto de vista, lo más peligroso no son los dimes y diretes sobre la alcoba de Don Felipe, ni los tacones de Doña Letizia, ni los miles de bulos que a diario se vehiculan sobre la Familia Real. No. Lo más peligroso para su permanencia es la indiferencia con la que la institución es contemplada por las nuevas generaciones de españoles (as) que ni siquiera saben lo que fue el 23-F ni higa que les importa.

El deterioro de la Corona es tan fuerte pese a todos los intentos de Somontes por recomponer la antigua figura (cuando la institución era intocable) que incluso los más fervorosos partidarios de la Monarquía entienden ya que el cúmulo de sucedidos conduce directamente a medio plazo a una consulta directa al pueblo soberano.

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