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¿Cambios en el Gobierno? Sí
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Graciano Palomo

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¿Cambios en el Gobierno? Sí

Ni el destino que la providencia ha ofrecido al presidente del Gobierno Rajoy en ocasión de pilotar desde el Gobierno la sucesión a título de Rey

Foto: Mariano Rajoy. (Efe)
Mariano Rajoy. (Efe)

Ni el destino que la providencia ha ofrecido al presidente del Gobierno Rajoy en ocasión de pilotar desde el Gobierno la sucesión a título de Rey hace cambiar el paso al actual primer ministro. Deliberadamente escogió un discurso natural, sin estridencias ni alardes oratorios, para defender que el Congreso de los Diputados autorizara la abdicación del Rey a favor de su hijo. No puedo creer algunas explicaciones de determinados oráculos gubernamentales que sostienen que Mariano Rajoy eligió una fórmula inocua para dar mayor protagonismo a Pérez Rubalcaba.

No lo creo. El presidente es así. Punto. De tensión baja. Punto. Y nadie le hará cambiar por muchos ‘arriolas’ que se tope en el camino.

Viene esto a cuento porque han pasado veinte días desde el 25-M y no se ve por ningún lado que el porte gubernamental ni el partido que le sustenta hayan cambiado o estén en trance de mudar. La movilización de las clases medias y medias altas, que son el caladero fundamental del Partido Popular, no es cosa baladí que se consiga con alguna triquiñuela del brujo demoscópico que le asiste. Además de referencias semanales de los consejos de ministros, se precisa capacidad para transmitir a sus abstencionistas (casi seis millones teniendo como referencia el 20-N del 2011) que se hace lo que se hace porque no hay más remedio. Lo de Zapatero, con ser verdad, ya no vende una higa.

El tiempo corre veloz. O se mueve el braserillo y se echan ascuas incandescentes o puede pasar cualquier cosa. Las ascuas son mensajes claros, directos, persistentes. Las zonas templadas del centro sociológico español son mucho más difíciles de convencer que las sectarias ideologizadas en grado sumo.

Pese a todos los reclamos que se le hagan, Mariano Rajoy no moverá el banquillo aunque vea que la goleada puede ser criminal. Se trata de un error. Los ministros, además de saber cosas sobre sus respectivos dicasterios, son antes que nada po-lí-ti-cos. Y para mantener sus poltronas se necesitan votos. Y para tener votos hay que pelearlos.

Ni el destino que la providencia ha ofrecido al presidente del Gobierno Rajoy en ocasión de pilotar desde el Gobierno la sucesión a título de Rey hace cambiar el paso al actual primer ministro. Deliberadamente escogió un discurso natural, sin estridencias ni alardes oratorios, para defender que el Congreso de los Diputados autorizara la abdicación del Rey a favor de su hijo. No puedo creer algunas explicaciones de determinados oráculos gubernamentales que sostienen que Mariano Rajoy eligió una fórmula inocua para dar mayor protagonismo a Pérez Rubalcaba.

Mariano Rajoy