¿Es pijaprogre la Reina Letizia?

Supongo que Doña Letizia Ortiz de Borbón, Reina de España, ya está curada de espanto después de toda una década viviendo en Somontes. Porque no le van a pasar ni una. Oigo cosas respecto a la Reina consorte que alucino. Le sacan punta a todo.

Para muestra, un botón. Dijo recientemente esto durante la presidencia de un acto de aniversario de la Cruz Roja: “La solidaridad de Cruz Roja es la verdadera energía que mueve el universo…”. Continuó: “El valor de los voluntarios de Cruz Roja radica en que ayudan sin juzgar”. Otro tópico pijoprogre, según ciertos ultramontanos que concluyen a su manera: “Esta Reina lo que busca es que no se la juzgue…”.

Bien. Son dos botones de muestra para dejar patente cómo bajan las aguas respecto a la esposa de SM Felipe VI, a la que algunos llevan tiempo tratando de empitonar. No tengo especial relación con la antigua colega, ni le debo ná de ná, pero, oigan, un poco de por favor.

Ignoro lo que la asturiana dirá en privado al respecto de diferentes temas, pero en público no le he oído siquiera un mínimo traspié. Creo sinceramente que sabe distinguir entre el “bien” y el “mal”, eso sí, con criterio propio que es lo que se lleva en estos tiempos. Representa y transmite, junto con Don Felipe, una nueva imagen de España y con sus fallos, que supongo los tendrá como ser humano, entiendo esa representación como muy positiva para los intereses generales del Reino. El resto se cura con el silencio, la discreción, la austeridad y la honradez.

Incidir en su “vida anterior”, subrayar su carácter perfeccionista -¿dónde está el delito?-, denostar el hecho de que tenga amigas con las que sale a cenar de cuando en vez a las que hace algunas confidencias de madre, me parece lo más natural del mundo y, en cualquier caso, no es algo de lo que tenga que pedir perdón o avergonzarse. ¿Me he reconvertido en un “letizista”? Definitivamente, no. Simplemente creo que algo conozco de mi país y de los otros, y tengo esperanza en el futuro del pueblo del que formo parte y del que estoy orgulloso de pertenecer. Todos, o casi todos, luchamos en esa misma dirección, salvo los que roban envueltos en mil celofanes y anagramas varios. También le achacan a la pobre lo de la ausencia del Crucifijo y la Biblia. ¡Qué cruz!