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Iglesias vs. Garzón, duelo entre coletas
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Graciano Palomo

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Iglesias vs. Garzón, duelo entre coletas

Ahora la gran cuestión política es quién se lleva el marxismo al río, si Iglesias o Alberto Garzón. Los dos proceden de una tradición marxista clásica actualizada

Foto: Pablo Iglesias. (Efe)
Pablo Iglesias. (Efe)

La lideresa madrileña –no hay otra– dice que Podemos utiliza la propaganda política propia de los genios de la maldad como hicieron en su día el nacionalsocialista Joseph Goebbels o el comunista Münzenberg. Lo que nadie cuestiona es que en la reciente campaña electoral del 25-M la mejor técnica populista fue la utilizada por Pablo Iglesias, bien es verdad que lo tenía fácil con los Blesa, Fabra, ERE, desahuciados, etc… Simplemente se trataba de denunciar una situación insostenible en muchos aspectos sin luego definir propuestas.

Pues bien, el diplomático de muchos años Inocencio (Chencho) Arias, ahora habitual de las tertulias de la cadena berlusconiana Cuatro, se comprometió ante su director a pagarle cien euros por cada día que deje de hablar elogiosamente de Iglesias o deje de llevar al plató al precio de 350 euros por tertulia a algunos de sus cuates. ¡No le es rentable al muchacho soriano, seguro!

Pero yo no entro en corral mediático ajeno. Lo cierto es que ahora mismo la gran cuestión política es quién de los dos se lleva el marxismo al río, si Iglesias o Alberto Garzón. Los dos proceden de una profunda tradición marxista clásica actualizada y cribada por los movimientos sociales de la actual hora y momento. Uno está en la decadente y siempre marginal Izquierda Unida y el otro prefirió montar su propio tenderete partidario en el que nadie le tose, salvo Monedero, que considera tiene más créditos académicos y coco para reivindicar protagonismo. Les une la revisión crítica de la Transición, el radicalismo 'democrático', el 15-M y hasta los iconos políticos e intelectuales como el italiano Gramsci, Zizek, Julio Anguita o el gallego Beiras. Están de acuerdo también en el control público de los sectores estratégicos de la economía o el no pago de la deuda soberana del Reino. Les separa el vocabulario y el método de control democrático de sus respectivas formaciones políticas. Mientras que para Iglesias las primarias no se discuten, Alberto Garzón no termina de verlo. Lo mismo que el control anunciado por el muchacho de la coleta de los medios de comunicación.

La clave es el protagonismo. Ambos aspiran al poder –primero en lo partidario, luego en las instituciones– y en ese predio es donde se dirimirá la justa. La cuestión es quién manda en quién. Y, sobre todo, quién parece que manda. En los sistemas marxistas aplicados –antigua URSS, Cuba o Venezuela– el culto a la personalidad no es pura especulación de cuatro fachas revisionistas.

Ya me entienden.

La lideresa madrileña –no hay otra– dice que Podemos utiliza la propaganda política propia de los genios de la maldad como hicieron en su día el nacionalsocialista Joseph Goebbels o el comunista Münzenberg. Lo que nadie cuestiona es que en la reciente campaña electoral del 25-M la mejor técnica populista fue la utilizada por Pablo Iglesias, bien es verdad que lo tenía fácil con los Blesa, Fabra, ERE, desahuciados, etc… Simplemente se trataba de denunciar una situación insostenible en muchos aspectos sin luego definir propuestas.

Alberto Garzón Izquierda Unida