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La medalla de Fátima que se cuelga Rajoy
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Graciano Palomo

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La medalla de Fátima que se cuelga Rajoy

El 24 de julio la efervescencia enLa Moncloa no conocía parangón. La EPA venía a dar razón al monocultivo decretado por el presidente

Foto: Báñez y Rajoy, en el II Foro Internacional de Políticas Públicas de Empleo. (Efe)
Báñez y Rajoy, en el II Foro Internacional de Políticas Públicas de Empleo. (Efe)

El pasado 24 de julio, a primera hora de la mañana, la efervescencia en el palacio de La Moncloa no conocía parangón. La EPA venía a dar razón –dos años y ocho meses después– al monocultivo decretado desde el 20-N (2011) por el presidente en el sentido de que la prioridad básica, casi única, debía ser y es el empleo, luego el empleo y más tarde el empleo.

Si hay algo que puede ser interpretado a gusto del consumidor eso son las cifras. Uno puede afirmar con justeza que el desempleo continúa siendo, sin duda, la lacra más lacerante en la vieja y manoseada piel de España, sí. Pero negar que la última EPA en relación con la evolución del paro es esperanzadora es tan estulto como injusto, máxime si los 'peros'vienen precisamente de antiguos responsables gubernamentales zapateristas. Creen, vanamente, que los ciudadanos hemos olvidado que fueron una calamidad, y entienden que debemos olvidar que al final de su mandato en España no existía ni siquiera el vaso en el que medir la destrucción brutal de empleo.

Sé de la precariedad de millones de contratos. Claro. Sé de la vulgaridad de sueldo que perciben muchos de nuestros compatriotas. ¡Que me lo digan a mí, que tengo una hija con postgrado, máster y tal! Pero lo malo es enemigo de lo peor. La tendencia se ha dado la vuelta de forma muy descriptible, se pongan como quieran don Valeriano y el resto de coleguillas sindicales.

A los dirigentes públicos, y en especial a los responsables gubernamentales, hay que medirles por los resultados más allá de las descalificaciones ad hóminemy las percepciones epiteliales. Fátima Báñez, quizá la ministra más desollada por la izquierda, podría en estos momentos hacer tragar por retambufa alguna de las muchas descalificaciones que durante estos años ha recibido por su reforma laboral. La cicatería es moneda corriente en la vida política española, sobre todoen la izquierda radical, que todavía no se ha enterado de que el Muro de Berlín pereció a manos de aquel pueblo traidor y desagradecido que venía de disfrutar del paraíso comunista de Erich Hönnecker.

La verdad es la verdad, la diga la EPA o su guardián. Comprendo también que el impasible presidente Rajoy modificara su agenda a toda urgencia en la mañana del jueves 24 para colgarse la medalla de los 400.000 empleos.

El pasado 24 de julio, a primera hora de la mañana, la efervescencia en el palacio de La Moncloa no conocía parangón. La EPA venía a dar razón –dos años y ocho meses después– al monocultivo decretado desde el 20-N (2011) por el presidente en el sentido de que la prioridad básica, casi única, debía ser y es el empleo, luego el empleo y más tarde el empleo.

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