La intensa relación del ministro con Pujol y viceversa

La pasada semana informaba a través de un Palo Alto de que el expresidente Jordi Pujol había sido informado previamente a su comunicado por un miembro del Gobierno de que la UDEF y el juez Ruz estrechaban el cerco contra la “family”.

Los lectores informados e inteligentes (que son muchos) concluyeron con una cierta justeza por dónde iban los tiros. En Cataluña todo el mundo sabe que la relación entre el exmolt honorable y los hermanos Fernández Díaz ha sido muy intensa y que, en el fondo, don Jordi, histórico del poder catalán en los últimos cuarenta años, era como un padre para los muchachos del PP catalán. Durante años, fueron sus principales vehículos para mandar recados a Madrid (especialmente cuando José María Aznar habitó en Moncloa a título de dueño del país y gran señor de Bagdad). Cuentan en los aledaños de Alejo Vidal-Quadras que cuando éste fue guillotinado por Aznar tras petición de Pujol (Quadras era un látigo durísimo contra el nacionalismo catalán y el exmolt que no soportaba las ácidas diatribas del exeurodiputado) fue el actual ministro del Interior el que actuó de cartero.

De modo y manera que en estas nos andamos. Desde luego el aviso previo aceleró la salida a la palestra de Pujol con un comunicado absolutamente inverosímil que provocó a su vez la llegada a Madrid de un cariacontecido Artur Mas, con las orejas gachas, y en cueros, que provocó hilaridad en su anfitrión monclovita. ¡Y en esas estamos, mis queridos amigos!

Lo peor está por llegar. Y lo mismo vemos mañana a un Felipe Puig cuitado o algún otro dirigente nacionalista poniendo pies en polvorosa. Un repaso a la reciente hemeroteca catalana produce sarpullidos ante tanta adoración obscena al pequeño hijo de aquel contrabandista.

¡Claro! ¡Estamos hablando de dinero… Estúpidos!