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Las alcantarillas de ZP que tapó Rajoy
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Graciano Palomo

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Las alcantarillas de ZP que tapó Rajoy

Se preparan varios libros en los que se relatan hechos y anécdotas del carajal inmenso que fue el zapaterismo en el Complejo de la Moncloa

Foto: Zapatero, en la presentación de su libro 'El Dilema'. (Efe)
Zapatero, en la presentación de su libro 'El Dilema'. (Efe)

A medida que pasa el tiempo se conocen algunos datos que dan cabal idea del carajal inmenso que fue el zapaterismo, sustanciado en la máxima expresión del poder ejecutivo de la nación española. Especialmente en el Complejo de la Moncloa que es donde se reunía lo más granado del ‘pijo progresismo’ de la cosa.

Rodríguez Zapatero ha tenido suerte en este sentido. Porque le sucedió una persona que no quiere líos innecesarios y no es muy dado a dar por retambufa. Pero se podía haber hecho mucha sangre que hubiera emanado de la risa de haber contado con un jefe de gobierno rodeado por mucha gente inútil y que iba directamente a lo suyo.

Algunasse han escrito ya desde dentro –como por ejemplo por el periodista que fue de El País Javier Valenzuela, director general de Información Exterior–que alucinaba con cómo “preparaba” Zapaterosus viajes al exterior. Con una frivolidad, falta de seriedad y rigor impresionantes.

Zapatero era una veleta sacudida por todos los vientos. Especialmente por aquellos sectores que le parecían “modernos”, “progres” y compraba todo el bacalao que le vendían en la línea del feminismo y una serie de mantras que definieron su mandato. Mientras había pasta en la caja todo se aguantaba; cuando llegaron las vacas flacas aquello era un desconcertado presidente zarandeado hasta por su amigo Sarkozy que llegó a decir ante sus diputados de la UMP que el español era sencillamente tonto.

Especialmente en materia de nombramientos de mujeres para ministras o altos cargos. A muchas de ellas ni las conocía de nada y las sentó en la mesa del Consejo de Ministros. ¡Y qué decir de su camarilla mediática! Estuvo al principio en sus manos; lo siguió estando instalado ya en Moncloa y lo estrujaron como a un mal limón cuando se consolidó en el poder.

Se preparan varios libros –lo de Pedro Solbes fue simplemente un caritativo adelanto fiel a su propio estilo pachorrón–en los que se relatan hechos y anécdotas que nos llevarán a concluir y exclamar. ¡Mare de Deu, en qué manos estuvimos!

Lo de las almendras esparcidas por todos los rincones de Palacio por sus edecanes gastronómicos es lo de menos.

A medida que pasa el tiempo se conocen algunos datos que dan cabal idea del carajal inmenso que fue el zapaterismo, sustanciado en la máxima expresión del poder ejecutivo de la nación española. Especialmente en el Complejo de la Moncloa que es donde se reunía lo más granado del ‘pijo progresismo’ de la cosa.

Moncloa Pedro Solbes