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Lo de Botella era cierto, ¡Perdón!
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Graciano Palomo

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Lo de Botella era cierto, ¡Perdón!

El fin de semana pasado anuncié aquí mismo con 100 horas de antelación lo que iba a ocurrir; ahora algunos deberían pedirme disculpas y envainársela

Foto: Ana Botella, durante su última rueda de prensa. (Efe)
Ana Botella, durante su última rueda de prensa. (Efe)

Cuando a comienzos de la semana que agoniza se oficializó la renuncia (sic) de Ana Botella a competir por la Alcaldía de Madrid concluí que algunos de los que me sacaron cantares cuando el fin de semana pasado anuncié aquí mismo con 100 horas de antelación lo que iba a ocurrir deberían pedirme disculpas y envainársela.

Tampoco es que yo demande el Pulitzer, porque al fin y a la postre se trata de un personaje sin autor pero dejará en evidencia a los que por sistema cuestionan las informaciones que se ofrecen con razón y argumentos.

Dicho lo anterior, lo sustancial es que el PP y Rajoy personalmente enfrentan una difícil situación por la conservación de un predio fundamental como es el poder político en la capital de España y, por ende y extensión, también la Comunidad de Madrid. Porque sin victoria en La Cibeles no hay posibilidad alguna en la Puerta del Sol.

No es hora de hacer sangre pero yo estoy aquí para describir la realidad lo más objetiva posible. Botella ha sido un desastre sin paliativos. Podemos hacerle un homenaje si quiere vestidos de chulapos, pero Madrid hoy es una ciudad perdedora, derrotada, sucia, cara, donde el poder político e institucional se sobrepone en todos los barrios a los derechos ciudadanos. Esto es así y no es de otra manera. La mujer de Aznar, condición nada baladí para encaramarse a la primera magistratura de la ciudad sin pasar por las urnas, no tenía ninguna posibilidad de contar con el favor del partido y representaba una rémora más que descriptible para todos. Su imagen pública es una orgía de rigideces y su “café con leche” una pobre historia de derrota tras derrota.

Sigo creyendo que el PP no tiene otra posibilidad -¡y ya veremos!- que Esperanza Aguirre, y creo, al mismo tiempo, que Mariano Rajoy es persona eminentemente práctica. Dicho por corto y por derecho, que ese quilombo un tanto valleinclanesco de los “agentes de la autoridad” -¡manda carallo, lo de estos muchachos!- un juez no lo convierte en Nürenberg, el jefe del PP le pedirá, como ella exige en primera instancia, que se deje de chorradas y encabece la candidatura popular.

Lo demás son historias para algún cronista de Prisa.

Cuando a comienzos de la semana que agoniza se oficializó la renuncia (sic) de Ana Botella a competir por la Alcaldía de Madrid concluí que algunos de los que me sacaron cantares cuando el fin de semana pasado anuncié aquí mismo con 100 horas de antelación lo que iba a ocurrir deberían pedirme disculpas y envainársela.

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