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Cuando R. del P. echó de comer a Monedero
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Graciano Palomo

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Cuando R. del P. echó de comer a Monedero

Hace unos días las redes sociales vomitaban bilis, aunque tampoco se podía colegir muy bien si a favor o en contra. Raúl del Pozo había invitado a Monedero

Foto: Juan Carlos Monedero. (Podemos/Facebook)
Juan Carlos Monedero. (Podemos/Facebook)

Hace unos días las llamadas redes sociales vomitaban bilis, aunque tampoco se podía colegir muy bien si a favor o en contra. El hecho cierto es que el veterano periodista conquense Raúl del Pozo, quizá el último columnista grandioso de la madre patria, había invitado a almorzar en el privativo El Qüenco de Pepa, donde suelen acudir los ricos de la capital, al que pasa por ser el ideólogo del descamisado Podemos, Juan Carlos Monedero, que en ocasiones es más falso que una moneda de madera y en otras se le ve el plumero de estalinista con vocación de Beria, es decir, jefe de la represión.

Conozco al personaje, he debatido con él en televisión y, salvo una agresividad que debería hacérsela mirar (Monedero tiene pasta en abundancia y para esos menesteres siempre podrá acudir en su ayuda el padre con pedigrí franquista, ahora militante del PP), tampoco es cosa del otro mundo, aunque su programa oculto fuera reeditar y engrandecer Paracuellos.

Me importa mucho más lo que piensa Del Pozo que el invitado. Porque para aceptar la invitación en tan selecto club gastronómico, Raúl tuvo que reclamar los buenos oficios de Jesús Montero, que había sido compañero del columnista en Mundo Obrero cuando el castellano-manchego militaba en el PCE grandioso de la Transición y del Pacto por la Reconciliación Nacional. Ahora su comensal pretende abrir las tumbas y certificar que la Guerra Civil la ganó quien la perdió. ¡Manda carallo!

Lo que tiene más pelendengues es que estos tíos que viven del pesebre público pretendan dar de comer al personal gracias a sus habilidades como gestores. ¡Qué risa tía Felisa! Si no saben utilizar la calculadora. No les cuadran ni las cuentas de la casa de campo que tienen en Casavieja (Avila) ni las facturas del restaurante de Piedralaves.

Raúl coligió, bolígrafo en mano, que el odio a la prensa de estos muchachos con ínfulas no tiene parangón desde que el búnker de Girón apaleaba a plumillas. Primera concomitancia. Luego pudo extraer algo de eso que se llamó en la época soviética el 'centralismo democrático'y, finalmente, el odio brutal al socialismo socialdemócrata. “Pablo y yo de lo que huimos es de parecernos a Felipe González y Alfonso Guerra…”. No hay peor enemigo que los de la misma madera porque este chico hizo sus pinitos en el PSOE y en todo aquello que le permitiera huir de poner vinos en el bar de su papá. Hugo Chávez y Nicolás Maduro han sido, en cualquier caso, mucho más rentables.

Lo curioso del almuerzo es que normalmente las mesas de Pepa(¡qué tomates abulenses, Dios me ampare!) son okupadas por la “casta”. Pero curiosamente ese día, la casta estaba de luto velando el cadáver del jefeEmilio Botín.

¿Premonitorio espectáculo? ¡Puede ser!

Hace unos días las llamadas redes sociales vomitaban bilis, aunque tampoco se podía colegir muy bien si a favor o en contra. El hecho cierto es que el veterano periodista conquense Raúl del Pozo, quizá el último columnista grandioso de la madre patria, había invitado a almorzar en el privativo El Qüenco de Pepa, donde suelen acudir los ricos de la capital, al que pasa por ser el ideólogo del descamisado Podemos, Juan Carlos Monedero, que en ocasiones es más falso que una moneda de madera y en otras se le ve el plumero de estalinista con vocación de Beria, es decir, jefe de la represión.

Juan Carlos Monedero