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La ducha escocesa hace furor en Catalonia
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Graciano Palomo

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La ducha escocesa hace furor en Catalonia

Ya estaban repartiéndose las concesiones petrolíferas cuando el pueblo escocés echó unas papeletas y mandó a paseo a los que querían que la historia retrocediera

Foto: Alfred Bosch, en una comparecencia el día del referéndum escocés. (Efe)
Alfred Bosch, en una comparecencia el día del referéndum escocés. (Efe)

Ya estaban repartiéndose las concesiones petrolíferas en el Mar del Norte cuando en esto vino el pueblo escocés, echó unas papeletas en unas urnas de plástico barato y mandó a paseo a los que pretendían que la historia retrocediera y desanduviera 300 años de su propio camino.

Unas horas antes en la sede de la soberanía nacional española un grupito de representantes de pequeños partidos periféricos y ambiciosillos sin causa interpretaron un sainete tan ridículo como la perorata oficializada por Alfred Bosch, que se estrellaría en la madrugada del viernes 19 cuando se conocieron los resultados en Edimburgo. El estacazo ha sido tan brutal que los pobres muchachos todavía se están escondiendo. Habían previsto como único escenario la victoria de la ruptura y en ningún caso el varapalo extraordinario cosechado por el vuelo gallináceo del orondo y bien nutrido Salmond, que ya ha presentado su dimisión como es propio y común en la mejor tradición británica.

He oído a varios portavoces secesionistas tras la ducha escocesa. Son tan patéticos que incluso se cuelgan medallitas; están tan autointoxicados con sus propias prebendas que son incapaces de ver dos palmos más allá de sus narices. Se lo había dicho con toda claridad (por una vez y sin que sirva de precedente) Mariano Rajoy:Oiga, estos sueños equinocciales no gustan en Europa y tampoco los vamos a permitir. Se retroalimentan con invocaciones al “pueblo”, “la voluntad del pueblo”, “el viento de la historia” y otras imprecaciones hueras. Al final se han encontrado con la horma de su zapato: Escocia no quiere retroceder 300 años y punto. Están solos en el mundo, pero creen que embutiéndose la barretina está todo arreglado.

La ducha escocesa hoy cobra más actualidad que nunca. Salmond tendrá que hacerse una casita en Highland, cerca de William Wallace, y Mas anda buscando refugio en el monte a ser posible no muy lejos de la Moreneta, único refugio después de tan colosal cagada.

Ya estaban repartiéndose las concesiones petrolíferas en el Mar del Norte cuando en esto vino el pueblo escocés, echó unas papeletas en unas urnas de plástico barato y mandó a paseo a los que pretendían que la historia retrocediera y desanduviera 300 años de su propio camino.

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