PP: el puñetazo que no llega

Lo de Rodrigo Rato y Ángel Acebes, sumada la imputación del exalcalde toledano José Manuel Molina, han sido tres guindas emputecidas para adornar el pastel del PP venenoso que terminará por horadar sus entrañas si la actual dirección no pega un tajo visible y clamoroso.

No se puede despachar con un insípido y mal redactado comunicado asuntos tan graves y de tanta transcendencia política como el de Rato, las black (28 personas que obtuvieron sus prebendas en representación del PP y su poder), lo de Acebes, etc… Y mucho menos con la apelación a comités internos porque la cuestión fundamental es otra. Comprendo a los militantes o simpatizantes que se están dando de baja ante la orgía de noticias que hablan decomportamientos corruptos o irregulares de dirigentes del PP, que sin haber aportado nada al proyecto popular se han aprovechado del mismo de forma espúrea y, en determinados casos, obscena para su propio beneficio. Es algo que está liquidando a una formación política que, dadas las circunstancias del país, se había convertido en un bien de Estado por la necesidad que España tiene de estabilidad y serenidad institucional.

No se entiende bien, mejor dicho no se entiende nada, que Génova 13 no haya dado muestras de mayor celo a la hora de proteger el honor de tantos miles de militantes del Partido Popular que sienten vergüenza ante los comportamientos de los que han sido algunos de sus líderes. A la dirección del PP parece que no le llega el clamor encorajinado de sus bases que exigen se tire por la ventana sin miramiento alguno a los que han sido pillados con el carrito del helado. Se llame como se llame y se apellide como quiera.

Algunas fuentes me hacen llegar que la secretaria general quería optar por el manu militari pero que el escalón superior pidió tiempo y reserva para arreglar el desaguisado.

Craso error, presidente. La calle quiere medidas expeditivas y luego que se reclame al maestro armero. Percibo -salvando todas las distancias y las circunstancias, naturalmente- que al PP le puede ocurrir lo que en su día sucedió en el partido que históricamente pilotó la transición. En aquellos días fue por el cainismo, hoy por la corrupción que no se cercena de un tajo certero, descriptible y sonoro.