¿Quién nombró ministro a A.A.?

En general, el ascenso -si se puede considerar de ese modo- del alavés Alfonso Alonso desde la decisiva portavocía parlamentaria del partido en el Gobierno a la poltrona del Ministerio de Sanidad e Igualdad ha sido saludado con relativo entusiasmo por la concurrencia.

Alonso no es un tipo simpático (no quiere decir que no tenga su gracia a la vasca) pero tampoco se caracteriza por ir al choque. Ha tenido una buena maestra en el arte de sortear minas (Soraya) y tampoco ha tenido que levantar mucho la voz para conducir las mesnadas populares en momentos ciertamente críticos. No hacía falta levantar mucho la voz para que a toque de silbato pasen por el aro. Algunos díscolos de FAES (Cayetana y Pilar Marcos), el siempre Carlitos Aragonés conspiradorcillo, presumido y chorroborro en su coro con Miguel Ángel Cortés, más falso y raro que un euro de madera, los talibanes del aborto y poco más.

Tengo mis dudas, insisto, en que sea más importante políticamente sentarse en el despacho del edificio de los sindicatos verticales que estar comandando un grupo parlamentario con mayoría absoluta.

A.A. es elevado a la categoría de ministro, que tampoco hay que hacer ascos, por Mariano Rajoy, sin duda, pero la mano que mece la cuna ha sido Soraya Sáenz de Santamaría que de esta manera completa su influencia total en el Consejo de Ministros.

Alonso, junto con Pérez Renovales y María González Pico, cierra el trio de ases de la número dos del Ejecutivo. A partir de ahí que cada uno saque las conclusiones que desee.

Se lo tengo dicho: la asignatura pendiente es contar con un predio electoral propio. El resto podría venir por añadidura.