Al Gobierno se le amontonan

Carmen Montón, la diputada socialista que quiso tener su minuto de gloria a costa de la esfinge alavesa (Alfonso Alonso), acusó al nuevo ministro de ser “verdugo de las mujeres” en un alarde de sentido del cargo y de la dignidad parlamentaria.

La dama representa también al más alto nivel al PSOE de Pedro Sánchez, que es un caballero, en su calidad de portavoz de Igualdad del partido. ¡La leche! Es que ni siquiera tuvo en cuenta en su ‘amontonamiento’ que se trataba de Alonso, el exalcalde de Vitoria, que estuvo desde que dio un paso al frente amenazado por los asesinos etarras.

La epidemia de insultos que recorre España desde Finisterre al Cabo de Gata no aventura nada bueno, máxime entre representantes de dos fuerzas fundamentales para continuar gobernando esta vieja nación desde la moderación y el realismo.

Lo que más me sorprende del actual estado de cosas es el ‘buenismo’ gubernamental/pepero. Les dicen cosas tremendas y se cachondean a su costa –la reivindicación del protagonismo del SMS el 13-M de 2004 es uno de los episodios más obscenos que recuerdo en mi ya larga vida profesional- cuando cuentan con 11 millones de votos y están asentados en una mayoría absoluta.

El diletantismo puede tener su aquél en determinados momentos; incluso ir acompañado de un corolario de justeza democrática. Pero cuando te apalean en tu propia casa y encima quieren hacer uso de la alcoba, la cosa no tiene un pase.

Una de las cosas que producen el descojono es la utilización del líder de la coleta por parte de la extrema derecha para sacar la piel a tiras al jefe del Gobierno. Hay un siniestro personaje que dicen que ahora vive en Almería que era jefazo en El Alcázar, el periódico ultra del búnker franquista, que si antes babeaba ante Franco ahora lo hace por Iglesias. Creo recordar que el patriótico plumífero –camisa vieja al viento- o plumífero patriota se apellida Abad y de nombre Joaquinillo. Ahora hace guardia ante los luceros de Pablito.

Todo muy ilustrativo.