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Las alcantarillas del famoso comisario del CNI
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Graciano Palomo

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Las alcantarillas del famoso comisario del CNI

No hay comisario más famoso que Villarejo, del que se dice todo y nada bueno y que ahora se dedica a mandar avisos. Pero aquí lo que se ventila es si dos altos funcionarios policiales se han pasado o no

Foto: Urbanización donde se encuentra el ático de Ignacio González. (Efe)
Urbanización donde se encuentra el ático de Ignacio González. (Efe)

Está bien que la sonrosada fiscal general del Estado urja al embajador de Estados Unidos–un hombre de intensa vida social–una respuesta a la comisión rogatoria enviada a propósito del famoso ático de González. Lo que sorprende es que fiscales y jueces de la Audiencia Nacional hayan permitido que el etarra Plazaola se haya fugado en medio del estupor y el bochorno nacional. Alguien debería escribir en letras de molde los nombres de ese trío de la toga (o lo que sean) que cobra por trabajar, dicen, en los juzgados de la calle Prim.

Bien, no hay comisario más famoso que Villarejo ,del que se dice todo y nada bueno. Debo ser uno de los pocos periodistas en activo que no ha tenido trato alguno con él, aunque tengo amigos del oficio que mantienen una relación entrañable y de paisanaje, al parecer. He visto que se ha propuesto, al hilo de sus filtraciones y grabaciones -¡manda carallo con las vigilantes de las cloacas!-, liquidar a unos y a otros y de paso manda avisos que tiene mejor recepción en algunas partes que en otras.

Liquidar a Javier Ayuso, señor Villarejo, no es fácil. Se lo digo porque conozco al hoy adjunto al director del diario El País. Para que no haya malas interpretaciones, decirle que tengo la mejor opinión de mi colega, al que conocía a final de los años 70 en la agencia Efe.Ya entonces Javier apuntaba maneras y talento. Si usted quiere zaherirle porque ha trabajado –con éxito y resultados– en la Casa Real,está usted en su derecho, pero me malicio que no llegará usted por ese camino a parte alguna.Luego, creo, apunta usted sus cañones en forma de dossieres contra el jefe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el general de cuatro estrellas Félix Sanz Roldán. Me parece que también yerra su señoría.

He preguntado en la Cuesta de las Perdices por el quilombito y se desternillan de risa. No se habla de otra cosa en la cantina de la Casa, en los despachos, en los meaderos y en los enmoquetados despachos. ¡Por favor!

Aquí lo único que se ventila es si dos altos funcionarios policiales se han pasado o no. Si han utilizado en beneficio propio los bienes del Estado –es decir, de los contribuyentes–o si han actuado espúreamente al hilo de sus investigaciones.

Las cosas, en ocasiones, son como parecen. Y aquí aparecen cosas gravísimas e inquietantes. Alguien me dijo esta semana en algunode los espacios de debate televisivo en los que participo que el Partido Popular siempre se estrella con dos profesionales que empiezan con P. Léase Policías y Periodistas.

¡No sé por qué me da que lleva razón!

Está bien que la sonrosada fiscal general del Estado urja al embajador de Estados Unidos–un hombre de intensa vida social–una respuesta a la comisión rogatoria enviada a propósito del famoso ático de González. Lo que sorprende es que fiscales y jueces de la Audiencia Nacional hayan permitido que el etarra Plazaola se haya fugado en medio del estupor y el bochorno nacional. Alguien debería escribir en letras de molde los nombres de ese trío de la toga (o lo que sean) que cobra por trabajar, dicen, en los juzgados de la calle Prim.

Comisario Villarejo Félix Sanz Roldán