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Bono, el discreto bochorno de la incontinencia
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Graciano Palomo

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Bono, el discreto bochorno de la incontinencia

José Bono, quizá sin quererlo o queriéndolo, retrata toda una etapa de poder, el zapaterismo, en la que el Estado español estaba en manos de unos incompetentes, inexportables e irresponsables

Foto: José Bono durante la presentación de su libro, 'Diario de un ministro'.
José Bono durante la presentación de su libro, 'Diario de un ministro'.

Hay tipos que no tienen arreglo en sí mismo. Leyendo su último libro uno puede comprender el peligro que conlleva vivir al lado de personajes que todo lo cifran a la indiscreción de los que pululan a su alrededor sin importar la condición del volteado. ¡Lástima que no se haya atrevido a desvelar cómo se llega con un sueldo de político a empresario hípico! O a tener residencias de alto standing.

Habla del Rey -al que deja a la intemperie-; escribe de Rodríguez Zapatero al que presenta como un tonto e inconsciente de altos vuelos; perora de Artur Mas al que lapida al socaire de lo pesetero; describe a Moratinos como un pobre ambulante; aFrancisco González (BBVA)lo representa como un desesperado luchador por el sillón…

Sabrosas indiscreciones, dice mi amigo Pepe García Abad, que resultan. No. Son algo más. José Bono, quizá sin quererlo o queriéndolo, qué coño, retrata toda una etapa de poder -el zapaterismo- en la que el Estado español estaba en manos de unos tipos incompetentes, inexportables e irresponsables. Hay un sucedido especialmente grave al respecto que Bono describe con precisión (se supone). El entonces ministro de Defensa se queja ante su presidente de las concesiones que está haciendo ante las autoridades gibraltareñas, y que ponen en cuestión por vez primera en 320 años la soberanía irrenunciable de España sobre la Roca. Enfurecido, el liviano jefe de gobierno contesta:

-Gibraltar, Pepe, fue el eje de la política exterior de Franco y yo no estoy dispuesto a que eso suceda con mi Gobierno, entérate...

-Presidente -contesta el ministro-, defender la soberanía nacional no es defender a Franco...

Lo que se puede concluir al terminar de leer el librito de marras no me gustaría tener que escribirlo acerca de lo sucedido en mi país. Pero no tengo más remedio: aquello fue un carajal, un inmenso lodazal donde se jugó con los sagrados intereses de los españoles que inopinadamente decidieron poner sus vidas y haciendas en manos de un pobre hombre que nunca supo lo que se traía entre manos y confundió finalmente la suerte de su abuelo con el futuro de España.

Hay tipos que no tienen arreglo en sí mismo. Leyendo su último libro uno puede comprender el peligro que conlleva vivir al lado de personajes que todo lo cifran a la indiscreción de los que pululan a su alrededor sin importar la condición del volteado. ¡Lástima que no se haya atrevido a desvelar cómo se llega con un sueldo de político a empresario hípico! O a tener residencias de alto standing.

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