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Una princesa en uniforme
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Graciano Palomo

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Una princesa en uniforme

Doña Leonor invita al consenso y hace un gran favor a la actual forma de gobierno. Pero no serán gestos populistas como celebrar su comunión con sus compañeros los que salven a la Monarquía

Foto: Los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía. (EFE)
Los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía. (EFE)

La princesa Leonor, con su sola sonrisa limpia, bella y fresca, hace más que veinte actos institucionales por la Monarquía constitucional, esto es, donde el Rey reina pero no manda nada. Para qué nos vamos a engañar…

Desde que un chorroborro independentista catalán con chaqueta verde e ínfulas de Harvard que dice llamarse Xavier Sala i Martín (agredió a la hija mayor de los Reyes de una forma tan obscena como intolerable, por tratarse de una niña, no de una Infanta de España) me propuse acudir en auxilio de un niña preciosa que no sabe todavía, la pobre, por ser hija del rey Felipe.

Esto es lo que hago hoy y aquí, independientemente de lo que yo piense en lo relativo a la forma de gobierno de mi país. La princesa de Asturias, majestad Letizia, no es una alumna más del colegio Los Rosales. No lo es. Si lo fuera yo no estaría escribiendo este artículo. Ni usted es una ciudadana más en la corte de los Borbones. Doña Leonor, nos guste o no, es la heredera de la Corona de España y esto lo debe saber su señora madre.

Porque para republicanizarla Monarquía es lo mejor, lo más barato y lo más auténtico que venga directamente la República. Por mí, majestad Ortiz Rocasolano, ningún problema. Los complejos, Señora, terminarán por aguar tanto la institución de la que SM forma parte a tal nivel que bastará un empujoncito para que vuelva a pedir el reingreso en RTVE si es que para entonces existe el ente. La dignidad de una princesa de Asturias no tiene por qué ser cara al contribuyente, ni desmerecer una ceremonia ad hominem que corresponda en austeridad a doña Leonor. A la Monarquía no la van a salvar ‘gestos’ populares como la comunión de la hija mayor de don Felipe junto a sus compañeras de colegio en una ignota iglesia de un barrio de Madrid. ¡Que no!

Ustedes, la Familia Real, que han sabido recuperar el afecto y el respeto del pueblo español, no son más que las demás familias españolas, pero sí. Una cosa es una cosa y otra bien distinta confundir los roles.Usted, doña Letizia, a quien todo el mundo adjudica el hecho de que su hija mayor llegara en uniforme a la capilla aravaquense, debe educar a doña Leonor en la austeridad, la sencillez, la modestia, pero también en el sentido regio de que es la primera niña de España. Porque, desengáñese Señora, con esos gestos un tanto populistas no ganará ni un solo adepto para su causa entre la generación de mis hijos y ese colegueo le hace perder, creo, algo de la auctoritas imprescindible para que la Reina de España ejerza su labor. No se trata de ser 'estirada', ni mantener la boca cerrada, ni dar la mano mientras se mira hacia otro lado. Es algo más elemental y de sentido común.

En fin, Leonor de Borbón y Ortiz, esa niña que nos ilumina con su sonrisa, nos invita al consenso más que a coger la quijada. Y en eso estoy.

La princesa Leonor, con su sola sonrisa limpia, bella y fresca, hace más que veinte actos institucionales por la Monarquía constitucional, esto es, donde el Rey reina pero no manda nada. Para qué nos vamos a engañar…

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