Pablito, osito de peluche. Rita, ¿NN.GG.?

De las cosas de comer (economía, matemáticas, sistemas productivos) saben más bien poco, pero en márketing y estrategia política son unos fenómenos. Es la ventaja de no tener vergüenza ni darles una miaja de pudor en su larga caminata hacia el poder.

Tampoco es que Pablo Iglesias invente nada, pero no se le puede negar que es un maestro a la hora de plasmar la eficacia en búsqueda desesperada hacia el poder con una ambición digna de mejor causa.

Lo importante en los líderes de Podemos no es lo que dicen si no lo que hacen. Se han estudiado todos los casos de márketing político del mundo –especialmente los aplicados a los procesos populistas al uso- y de cada caso han extraido sus conclusiones.

Las aplican con enorme eficacia y acierto. Lo importante para ellos es que el pueblo –cuanto más desinformado mejor- visualice sus mensajes: ora de poder; ora imprudencia; ora de arrojo. Se pudo ver con maestría en el acto de constitución del Ayuntamiento de Madrid. Carmena era la alcaldesa, sí, pero ellos los que dominaban la situación desde la tribuna de invitados.

Iglesias lanza ahora su penúltima ofensiva antes de la cita decisiva de las elecciones generales. Atrás quedaron los distintos avatares que le relacionan con Venezuela, con los abertzales, con los iraníes, con las posiciones feroces antisistema. ¡Que lo mismo da! Ahora se trata de “amabilizarse” para que la compra de la mercancía no asuste.

Iglesias es el máster pero no es el único. Alumnos hiperavanzados son Íñigo Errejón y su ex Rita Maestre.

Si apareciera un coreano por España,viera por televisión a la ya flamante portavoz de la ciudad de Madrid, tan aseadita y mona, y le preguntaran al sujeto en cuestión si la señora Maestre, con su vocecita de no haber roto un plato y su defensa tranquila de los derechos civiles, era de izquierda o derecha podría confundirla con una joven meritoria de las Nuevas Generaciones.

Ignoro si llegarán a conseguir su objetivo último de dominar la Nación. Pero sí puedo afirmar y afirmo que no se trata de un grupúsculo de revientapisos al uso. Se trata de una 'nomenklatura' que tiene ambiciones concretas y aplica métodos de éxito en los que la verdad o la mentira importan más bien poco.

¡Ojo!