Mas consigue récords de jura de bandera en Cataluña

Este sábado en el histórico cuartel militar del Bruc, sito en la parte alta de la Ciudad Condal, más de 600 personas llegadas de todos los rincones de Cataluña jurarán, por vez primera los más jóvenes y rejurarán otros, la bandera española en el acto más multitudinario del año.

Las autoridades militares, especialmente el inspector general del Ejército, Ricardo Álvarez-Espejo, asisten con gozo y asombradas ante la avalancha de peticiones para este tipo de actos, que no se habían visto casi nunca en aquel territorio.

La causa fundamental, dicen, es que la determinada deriva independentista de Artur Mas ha removido los sentimientos españoles de muchos ciudadanos catalanes que no están dispuestos a adjurar de su doble condición de españoles/catalanes y viceversa. Ya han sido varias las ocasiones en la que el Bruc, tan decisivo en épocas pretéritas, ha tenido que engalanarse para eventos de este tipo.

Esto parece obedecer a la constante tradicional de acción/reacción/acción que recogen los más elementales manuales de la cosa. Hoy, afortunadamente, en Europa las cuestiones políticas se dirimen en foros políticos y tampoco hay que extrapolar conclusiones.

Los sociólogos consignan que tras la afrenta al himno nacional en presencia del jefe del Estado el pasado mes de mayo en el Camp Nou –con todo lo que ello significa de desprecio al Estado y a sus ciudadanos– las muestras en este sentido han ido in crescendo.

Resulta entendible que si los separatistas catalanes exigen respeto a su himno y a su bandera, a sensu contrario se les puede demandar lo propio: respecto a los símbolos que representan a la España constitucional y democrática. Entre otras cosas porque son y suman más. Histórica y cuantitativamente. Algo perfectamente descriptible.