Esas grullas de García-Page

No me negarán que España es un país de curiosos contrastes y de esperpentos valleinclanescos. No hace falta que nadie nos invente y escriba una leyenda negra porque somos nosotros mismos los mejores escribanos al respecto.

Hete aquí, por ejemplo, que cuando todo el mundo quiere albergar en sus predios el cementerio de residuos nucleares por la morterada de millones (en euros) y con toda la seguridad técnica del mundo, viene don Emiliano García-Page invocando a las grullas inexistentes para dejar a Villar de Cañas con dos palmos de arcilla. Siempre quise creer que el exalcalde de Toledo era persona razonable, moderada e inteligente.

Ni siquiera los 65.000 euros que España paga a Francia a diario por almacenar los residuos es un argumento de primer orden para calificar el desatino del sustituto de María Dolores de Cospedal; ni siquiera el hecho de que pasado un tiempo esos residuos tienen que volver a nuestro país. Una vez oí a un Papa de los considerados progresistas que la peor contaminación que existe es la miseria y el hambre.

Ahora, al reclamo de las grullas resulta que el asunto del ATC se ha convertido en un conflicto de Estado con derivas importantes en el recibo de la luz que es lo que realmente importa al común de los paganos ciudadanos. ¿Qué broma es esta?

Tengo para mí que un dirigente como don Emiliano jamás hubiera tomado una decisión de esa naturaleza -baste recordar que el proyecto lleva la marca “made in Zapatero” (¿quizá por eso?)- por un quítame ahí esas pajas. Tengo para mí que detrás está la presión insostenible de la muchachada podemita que, se mire por donde se quiera, le tienen cogido al presidente castellanomanchego por aquellas partes.

¡Como en tantos sitios!