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Pedro Sánchez, a la fuerza ahorcan
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Graciano Palomo

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Pedro Sánchez, a la fuerza ahorcan

Tengo información para poder afirmar que, si tras los comicios legislativos es la fuerza más votada, perseguirá el apoyo de Ciudadanos y cortejará 'sine die' a Rivera

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

De los dirigentes del PSOE que he conocido desde la restauración democrática -que han sido todos-, Pedro Sánchez es, sin duda, el más socialdemócrata reconocido, quizá si exceptuamos a Felipe González, que es un caso aparte por su sentido del Estado y su capacidad para haber cambiado a España desde la moderación, el realismo y el sentido común. Supongo que esta afirmación me supondrá algún que otro capón por parte de los lectores. Para eso estamos.

Respecto a la personalidad política del jefe de la oposición, decir que está en el mejor sitio y en la peor situación. ¿Alguien se imagina qué hubiera sido de sus huesos si en lugar de apoyar a los podemitas se hubiera entregado de pies y manos a los chicos(as) del PP?

Tengo información para poder afirmar que, si tras los comicios legislativos es la fuerza más votada, perseguirá el apoyo de Ciudadanos y cortejará sine die a Rivera. Lo que no va a dejar, desde luego, es la posibilidad de poder. Con naranjas o morados. Porque si se quedara a la luna de Valencia, lo probable es que no le quede ni el transportín en Ferraz en el que sentarse. Ya le ha avisado Antonio Miguel Carmona cuya fuerza mediática continúa intacta.

En estos meses de liderazgo, Sánchez no sólo ha viajado a Estados Unidos -cuyas formas políticas importa con gran fruición- sino que se ha visto con los principales actores de la cosa económica. Su posible partenaire, Pablo iglesias, le lanzó esta semana un gancho al hígado al afirmar que la entente de pacto entre socialistas y populares será un hecho. No se lo cree ni el que asó la manteca con el dedo. Esa posibilidad sería una bendición para los intereses generales de España y, por tanto, de los ciudadanos. En primer lugar, porque se cerraría, por fin, un largo y doloroso capítulo de nuestra historia reciente y, en segundo lugar, porque permitiría abordar, por fin, los grandes problemas estructurales del país con una cierta garantía de éxito. ¡No caerá esa breva! Aunque sigo preguntándomelo: ¿si en Alemania es posible, y no tiene las perentorias necesidades hispanas, por qué aquí no? Todos sus dirigentes han estudiado en los mismos colegios y almuerzan en los mismos restaurantes.

Mientras tanto, Sánchez capea su particular cabo de hornos donde los vientos internos son más asesinos que los que llegan desde el noroeste.

De los dirigentes del PSOE que he conocido desde la restauración democrática -que han sido todos-, Pedro Sánchez es, sin duda, el más socialdemócrata reconocido, quizá si exceptuamos a Felipe González, que es un caso aparte por su sentido del Estado y su capacidad para haber cambiado a España desde la moderación, el realismo y el sentido común. Supongo que esta afirmación me supondrá algún que otro capón por parte de los lectores. Para eso estamos.

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