¿Quién es el mejor economista de España?

La economía, al final, es la cuenta de la vieja. Pero menos. He hecho una encuesta doméstica entre mis más reputados colegas del área económica para conocer quién es, en su opinión, el que puede ser considerado como mejor y más solvente economista de España.

No hay unanimidad ni puede haberla. Para unos están los viejos maestros de la cosa como Ramón Tamames o Juan Velarde. Para otros aparecen nuevos nombres que pasan del liberalismo puro y duro a la socialdemocracia desteñida o color púrpura. Desde Daniel Lacalle a José Carlos Díez, ambos con una fuerte implantación mediática.

Los hay que prefieren incidir en aquellos nombres que, alejados de la teoría de salón o las aulas universitarias, gestionan día a día entidades financieras o dinero contante y sonante. Aparecerían aquí los Goirigolzarri o los Corcóstegui, que sí han tenido y tienen responsabilidades de gestionar miles de millones de euros por cuenta de otros. Incluso aparece el nombre de Miguel Sebastián, quien más allá de haber formado parte de un Gobierno (Rodríguez Zapatero) fallido es un catedrático con conocimientos técnicos suficientes como demostró al frente del Servicio de Estudios del BBVA. En esta misma línea está también José Manuel Campa, profesor del IESE, que fue secretario de Estado de Economía con la ministra Elena Salgado.

Aparece también en escena Luis Garicano, el jefe de FEDEA, profesor en la London School y ahora mismo el economista jefe en Ciudadanos; se le recuerda que fue uno de los que más insistió ante Mariano Rajoy -en aquellos aciagos días cuando se creía que España estaba irremisiblemente condenada a pedir el rescate de la UE- para que transitara por el mismo camino que antes habían hecho Grecia, Portugal e Irlanda.

Yo apostaría también para incluir en la galería de economistas que tienen algo que decir a los profesores catalanes Gonzalo Bernardos y José María Gay de Liébana, que no tienen rival para la divulgación de la macro en dos tardes.

Pero al final mi experiencia me dice que para saber con una cierta exactitud cómo va la micro tengo que preguntar por la mañana a mi vecina Juana que pisa el mercado día sí y tarde también.