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La Constitución que apuntala al rey Felipe
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Graciano Palomo

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La Constitución que apuntala al rey Felipe

Nunca el destino de una nación estuvo tan estrechamente ligado al futuro de su comandante en jefe. Si cae uno cae el siguiente. Punto

Foto: El Rey Felipe VI (d), junto al presidente en funciones de la Generalitat Artur Mas. (EFE)
El Rey Felipe VI (d), junto al presidente en funciones de la Generalitat Artur Mas. (EFE)

En situaciones como las que actualmente vive España cualquier estornudo puede provocar un corrimiento de tierras. Si en algún lugar son conscientes de esto es en el palacio de La Zarzuela. El jefe del Estado tiene que mantener la neutralidad política que la Constitución exige –entre otras cosas por su propia supervivencia, 'of course'-, pero esa neutralidad no puede negarle su propia razón de jefe del Estado.

Su padre, el Rey Juan Carlos, tuvo que hacer frente a muchas cosas; entre otras a un intento de golpe de Estado que neutralizó por dos razones: la locura que intrínsecamente suponían Tejero/Milans, y su “auctóritas” entre las Fuerzas Armadas. Diría incluso que actualmente Felipe VI lo tiene peor porque el golpe de Estado en toda la regla es mucho más sibilino y ladrón y porque, en efecto, no puede utilizar la última ratio a la que acude siempre el Estado en su defensa.

El Rey se tiene que limitar a 'estar', sin más, en un asunto en el que le va la vida y la hacienda. Hasta ahora su rol está siendo impecable. Nunca el destino de una nación estuvo tan estrechamente ligado al futuro de su comandante en jefe. Si cae uno cae el siguiente. Punto.

El padre tuvo como 'partenaire' a un botiger corrompido, y el hijo, como escaso interlocutor, a un locoide con cuentas en Suiza. Pujol –con esa superioridad que siempre le dio y que utilizaba con suma habilidad el haber sido preso de Franco- tenía una cierta idea de Cataluña (siempre enfrentada a lo que el denominaba Castilla), y Mas sólo sabe que en cuanto deje la poltrona oficial de Molt Honorable terminará calentando un banquillo por corrupción generalizada.

El presidente Rajoy está al mando. El 'marmolillo' despreciado por tantos, resulta que está respondiendo con “proporcionalidad”, “mesura” y cubriéndose de razones democráticas, legales y fácticas. Nadie pone en duda ya que terminará por engrilletar a tanto abarretinado que no tiene media leche. El resto de los dirigentes políticos -salvo los pobres hijos herederos del Muro derribado por el pueblo- también son conscientes de lo que está en juego.

Felipe VI es el heredero de Felipe V, el primer Borbón que llegó a España y que hizo con aquellos revoltosos lo que el VI no puede ni debe hacer. Han pasado más de tres siglos. O casi. Pero también es el heredero en línea directa de otro rey Felipe (II) que fue apellidado como el “rey Prudente”.

En esas parece estar.

En situaciones como las que actualmente vive España cualquier estornudo puede provocar un corrimiento de tierras. Si en algún lugar son conscientes de esto es en el palacio de La Zarzuela. El jefe del Estado tiene que mantener la neutralidad política que la Constitución exige –entre otras cosas por su propia supervivencia, 'of course'-, pero esa neutralidad no puede negarle su propia razón de jefe del Estado.

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