Es noticia
¿Se ha vuelto loco Pedro Sánchez?
  1. España
  2. Palo Alto
Graciano Palomo

Palo Alto

Por

¿Se ha vuelto loco Pedro Sánchez?

En el discurso de Lisboa del pasado jueves, el líder del PSOE habló de “fuerzas de progreso” para dormir en Moncloa. ¿Fuerzas de progreso? ¿Más libertad económica, mediática, cívica?

Foto: Reunión de Pedro Sánchez con el primer ministro luso, António Costa. (EFE)
Reunión de Pedro Sánchez con el primer ministro luso, António Costa. (EFE)

Algunos de los lectores habituales de esta columna me suelen reprochar la moderada defensa o defensa moderada que he realizado de Pedro Sánchez desde que ganó el congreso del PSOE cuando Pérez Rubalcaba (¡vuelve, Alfredo, que nos arrepentimos!) decidió que tras la derrota de 2011 había llegado el momento de poner sordina a una larga carrera política.

Esa defensa se basaba en que un líder socialdemócrata elegido democráticamente contaba con toda la legitimidad para escribir su propio cuaderno de bitácora dentro, claro está, de la propia demarcación que supone liderar una formación cuasi bicentenaria y que ha gobernado España 23 años desde la restauración democrática.

Pero -al margen de otros errores propios de la bisoñez de un candidato con prisa y al que han pretendido tirar por el balcón de Ferraz al minuto siguiente de su elección- lo cierto es que su discurso de Lisboa del pasado jueves 7 me dejó ojiplático. Habló de “fuerzas de progreso” para dormir en Moncloa. ¿Fuerzas de progreso? ¿Más libertad económica, mediática, cívica? ¡Si él mismo acusó públicamente y ante las cámaras de televisión a Pablo Iglesias hace tan sólo cuatro semanas de intentar implantar en España el modelo soviético! ¡Qué broma es esta!

¿Acaso tendría el aliento de Martin Schultz, François Hollande, Manuel Valls, Jerome Duisenberg, Matteo Renzi, conmilitones en el Grupo Socialista Europeo, para que acabe llegando al poder de la mano de Podemos?

Me dicen en el PSOE que resulta comprensible que un muchacho de 43 años, sin bagaje profesional, con escasa cuenta corriente -según lo declarado por él mismo- y pequeño patrimonio se revuelva fiero para mantener su predio. Lógico y natural.

Pero tratar de encontrar su salida personal en el modelo portugués (António Costa, rehén de comunistas estalinistas inexportables salvo a Corea del Norte) sólo se le ocurre al que asó la manteca con el dedo.

Hace tiempo que debería haber expulsado de su círculo interior a cuanto asesor chorroborro le rodea.

Algunos de los lectores habituales de esta columna me suelen reprochar la moderada defensa o defensa moderada que he realizado de Pedro Sánchez desde que ganó el congreso del PSOE cuando Pérez Rubalcaba (¡vuelve, Alfredo, que nos arrepentimos!) decidió que tras la derrota de 2011 había llegado el momento de poner sordina a una larga carrera política.

Pedro Sánchez António Costa Socialdemocracia