¿Quién sucederá a Mariano?

Los críticos de siempre, a los que se suman entusiastas nuevos aprendices en esas lides, ya huelen a cadáver y van encargando los crisantemos para coger un buen sitio el día en que se oficie el funeral.

Podría dar la sensación de que, en efecto, un nuevo período en el centro derecha –insisto, por mor de la corrupción que no ha sabido combatirse con la determinación que el pueblo exige- está a punto de abrirse. La velocidad de ese cambio interno en el Partido Popular dependerá de si finalmente su todavía presidente mantiene el poder o si por el contrario da con sus huesos en la oposición. Pero de que se producirá más pronto que tarde no cabe ninguna duda, ni siquiera a la secretaria que franquea el paso en Génova 13.

No creo que Mariano Rajoy tenga la tentación de perpetrar lo que en el 2003 hizo Aznar. No le tira en exceso el caudillaje y mucho menos levantar acta en forma de testamento a favor de alguien que no cuente con el apoyo y beneplácito explícito de las bases y cuadros medios del partido. Se puede describir una especie de calma chicha en el PP donde todo el mundo contiene la respiración porque tampoco saben si están respirando aire limpio o envenenado.

Algunos nombres han comenzado a circular en los círculos de Whatsapp, el nuevo tan-tan tan socorrido por los pequeños conspiradores. Aparece el siempre recurrente nombre de Alberto Núñez Feijóo, contrapuesto al de las damas que han copado durante los últimos cuatro años el protagonismo en los polos opuestos del poder marianista.

Se puede describir una especie de calma chicha en el PP donde todo el mundo contiene la respiración porque no saben respiran aire limpio o envenenado

Lo confieso. Tengo algunas percepciones acerca de lo que podría ocurrir en el PP si llega el relevo del presidente (en funciones); pero son percepciones meras porque estoy convencido de que, por fin, se tendrá que instalar la democracia interna y la cultura del mérito.

Lo que sí aseguro que es el próximo líder del centro derecha –tras la inevitable refundación PP-no tendrá que tener nada que ver con la corrupción ni las prácticas para fascistas que Aznar grabó a sangre y fuego en un partido en el que nunca debió llegar al puesto de mando.

Uno de los problemas de la derecha española es que no se aplica a sí misma la cultura del mérito; esto es, que los mejores que destaquen entre ellos sean los que manden.